Balaguer: estadista y político, opositor

Balaguer: estadista y político, opositor

Hoy recordamos el nacimiento de Balaguer. En un presente condicionado por la pasada gestión gubernamental, la más descaradamente corrupta y deficitaria en la democracia reciente, resulta pertinente repasar su legado como estadista y político, opositor incluido; por haberlo tronchado gobiernos posteriores y la propia organización que forjara.

Como estadista reunificó la familia dominicana,  dividida por luchas fratricidas, alcanzando una coexistencia hoy disgregada  por divisiones y abandonos de responsabilidades partidarias; rescató la soberanía mancillada por tropas extranjeras, hoy humillada por injerencias financieras de prestamistas e inversionistas extranjeros; disciplinó las finanzas públicas cubriendo cargas fijas con recaudaciones y generando excedentes para invertir, hoy desbalanceadas por burocracias y subsidios, clientelistas y privilegiados; animó y diversificó la economía con incentivos e inversiones apoyadoras, sustituyendo importaciones y generando puestos de trabajo conducente a autosuficiencia alimentaria y disminución de pobreza, respectivamente, para hoy depender de importaciones por sobrecargos tributarios y reglas cambiantes; fomentó generaciones empresariales competitivas de una oligarquía predominante que hoy  recupera sus espacios; mejoró condiciones de vida a través de inversiones sociales, y reformas como la agraria, hoy degradadas por el desamparo de áreas como la salud y educación y nuestras zonas rurales;  preservó el ambiente partiendo del cierre de aserraderos y terminando con áreas protegidas, para hoy sobrevivir con tremendas degradaciones; practicó transparencia financiera publicando gastos, mes por mes, beneficiario por beneficiario, mientras hoy nos anestesian con porcentajes del PBI; detuvo la corrupción en la puerta del despacho presidencial que hasta ayer se abrían para emanar conversiones de políticos en magnates. Fue artífice del tránsito de la dictadura a la democracia cuando hoy tememos retroceso al absolutismo y dio firme testimonio de creer en lo que escribió en “La Isla al Revés”.

Como político introdujo el reformismo, fusionándole posteriormente el social cristianismo. Compatibilizando con el repúblico español Manuel Azaña- “en política el discurso es tan importante como la acción” -conformó un ideario suspendido por su ausencia: “…el reformismo… no favorece… acción revolucionaria pero… tampoco aboga por el mantenimiento… de nuestro… estado de cosas”;  es la “…única doctrina capaz de ofrecer soluciones… para la superación de nuestra tragedia colectiva”; “…no teme al cambio radical y profundo”; sus “hombres…. no estamos obligados… a la transacción” en que han caído usurpadores del PRSC.

Pero también supo hacer oposición imprescindible para bien gobernar: se radicalizó desde el exilio contra el golpe de Estado a Bosch en 1963 hasta estimular y cooperar con el alzamiento popular de 1965, desarticuló el movimiento militar contra Guzmán en 1978 y demoró el predominio de paquetazos hasta donde pudo en 1996; todo enmarcado en una “oposición racional… en sustitución del canibalismo…” que no ha sabido implementar la organización política que forjara repugnando injusticias y privilegios.

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