Balaguer pactó la salida del país de la familia Trujillo

Balaguer pactó la salida del país de la familia Trujillo

Después del ajusticiamiento de Trujillo, el presidente Joaquín Balaguer viajó a Nueva York, donde participó en una asamblea general de las Naciones Unidas


En invierno de 1961, hace 60 años, cinco meses después del ajusticiamiento de Trujillo, el presidente Joaquín Balaguer viajó a Nueva York, donde participó en una asamblea general de las Naciones Unidas. En su intervención reconoció e hizo público los crímenes y arbitrariedades cometidos por el dictador contra la población.

Dijo que el atentado auspiciado por Trujillo para asesinar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, había sido un “acto reprensible”. Pero consideró que no estaba correcto que el “castigo continuara luego de la muerte del culpable”.
La oposición local calificó de “algo ingenioso” la exposición de Balaguer que buscaba presionar a la comunidad internacional para que eliminaran las sanciones de la OEA.

Mientras, el hombre fuerte del momento, el jefe innato de los instituto castrenses, el general Ramfis Trujillo, aguardaba junto a un grupo de amigos, en su casa campestre de Boca Chica, la decisión definitiva del levantamiento de las sanciones contra República Dominicana.

Después de esta comparecencia del presidente, tanto en Nueva York como en el país, empezaron a circular noticias sobre negociaciones secretas entre el gobernante dominicano y oficiales del departamento de los Estados Unidos, en el sentido de que Balaguer había hecho un trato y que “esa había sido la razón principal de su participación ante las Naciones Unidas”.

En ese trato, según se comentaba: “Ramfis tenía que persuadir a la mayoría de su familia para que abandonaran el país y vivieran en el extranjero, el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) tenía que desaparecer y la brutalidad policial tenía que cesar”.

Además, lo convenido con Balaguer establecía que una parte de las propiedades de la familia Trujillo tenía que ser devuelta al pueblo y los grupos reconocidos como de izquierda tenían que ser suprimidos y expulsados del país. A cambio, el departamento de Estado habría convenido en hacer todo lo posible para que en un plazo de un mes las sanciones de la OEA fueran levantadas, narra el periodista norteamericano Bernard Diederich, en su libro Navidad con Libertad, auspiciado por la Colección Bibliófilos 2000.

La oposición política dominicana se enteró de lo acordado cuando un oficial del Ejército advirtió a un dirigente de la Unión Cívica Nacional (UCN) que un memorando secreto de Ramfis, dirigido a los miembros de su grupo de oficiales, “comunicaba a los comandantes del Ejército para que no se alarmaran si algunos miembros de la familia Trujillo salían repentinamente del país. La familia (los Trujillo) no estaba siendo desterrada, sino que regresaría más tarde, y que esto formaba parte de un pacto con Washington para levantar las sanciones”.

El mismo Ramfis le dijo a compañeros cercanos de bebentinas que Balaguer verdaderamente, “había negociado tal acuerdo en Nueva York y que había ido allá con ese propósito.

La aceptación de este acuerdo por parte del departamento de Estado de los EU impulsó a la oposición a llevar hasta las calles los sentimientos antiyanquis.

En una declaración pública la UCN dijo que lamentaban que “después de años de apoyo estadounidense a la dictadura trujillista, resulta insólito que en Washington exista la inquietud de que una democracia pudiese producir un gobierno izquierdista”.

La opinión de Estados Unidos era que Ramfis estaba sentado en la silla, que disfrutaba estar en el poder, pero que era lo suficientemente astuto como para no aspirar a gobernar tal como su difunto padre. Además, los americanos creían que el derrocamiento del régimen sería un proyecto difícil, y por tanto, buscaron mejorar la dictadura por medio de un sistema amistoso de presión y recompensa.

La oposición había establecido sus propias condiciones, declarando que antes de unirse a una coalición, una docena de jefes militares, incluyendo los generales Petán y Negro Trujillo, tendrían que salir del país. Pero Ramfis, preocupado por el destino de su grupo de oficiales, reaccionó de esta manera: “Balaguer ha sobrepasado su autoridad y considero que una discusión sobre la expatriación sería contradictoria e inaceptable para las Fuerzas Armadas”.

El miércoles 25 de octubre Negro y su esposa salieron hacia Bermudas, mientras que Petán, con ametralladora en mano, a bordo de la fragata Presidente Trujillo, ancló en Jamaica y de ahí hizo vuelo a España.
Semanas después Ramfis abandonó el país y Balaguer continuó en la presidencia de la República.

El miércoles 25 de octubre Negro y su esposa salieron hacia Bermudas

Ramfis abandonó el país y Balaguer continuó en la presidencia

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