Parecería que mañana Balaguer estará presente en elecciones después de 22 años de su fallecimiento, a juzgar por planteamientos alrededor de los dos candidatos que la polarizan. En declaraciones recientes Abinader se identificó con formas de gobernar de Balaguer. Leonelistas suelen recordar que a Leonel fue que Balaguer “le levantó la mano” al ser proclamado el Frente Patriótico en 1996; obviando que para esa fecha Abinader no estaba en carrera presidencial.
Probablemente muchos intelectuales, revolucionaristas y museólogos se rasguen vestiduras por esta presencia. Pero es afortunada porque concita esperanzas de que praxis gubernamentales reformistas, que dieron resultados solucionando problemas de entonces, estarán presentes en la forma de gobernar durante 2024-2028; obviamente adaptándolas a las tecnologías y sociología contemporáneas.
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Esa praxis coadyuvaría a alcanzar una fiscalidad superavitaria que genere excedentes que financien con recursos propios inversiones en infraestructura requeridas para incrementar nuestro acervo productivo, deteniendo endeudamiento-hoy 60%/PBI-principalmente para equilibrar la deficitaria fiscalidad presente.
Contribuiría a reorientar el gasto público aumentando inversiones, y reduciendo gastos corrientes, equitativamente distribuidas por provincias. Y en centros rurales para contener despoblación que está afectando disponibilidad de mano de obra requerida por nuestra producción agropecuaria.
Ayudaría, para reducir gastos, a congelar cargos y erogaciones, incluyendo sueldos y partidas conexas; enmarcados en una Reforma del Estado basándose en leyes vigentes-función pública, orgánica de la administración pública y salarial- que ofrecen recursos para achicar nuestra hipertrofiada burocracia, duplicada en 10 años.
Auxiliaría simplificar y reducir tasas del sistema tributario para disminuir informalidad, incrementar recaudaciones y presión tributaria; informalidad que presiona el gasto al no inscribirse trabajadores en seguridad social proveedora de servicios demandables al Estado.
Esperanzaría que se prestara más atención al medio ambiente recordando que Balaguer comenzó a gobernar cerrando aserraderos y granceras. Y terminó legándonos el decreto 309-95 sobre áreas protegidas, así como pulmones verdes en nuestras ciudades.
Y que adoptaremos políticas de cooperación bilateral, viabilizando la multilateral, para que Haití se desarrolle institucional y económicamente; única forma efectiva para contener inmigración y alcanzar paz y convivencia entre naciones vecinas.