Balaguer: su destreza para crear confianza

Balaguer: su destreza para crear confianza

Más allá de simples recordatorios o celebraciones matizadas por espectáculos, debemos recordar hoy, entrando Balaguer en el segundo decenio de su fallecimiento, sus empeños y destrezas para contribuir a la perfectibilidad de nuestra democracia en sus diversas expresiones políticas, económicas y sociales.

Hubiera sido propicio recordar sus destrezas para rescatar nuestra soberanía nacional mancillada por  ocupación de tropas extranjeras; para reunificar la sociedad dominicana, recurriendo a la convivencia político-partidista, profundamente escindida por los acontecimientos de 1965; y para efectuar  transformaciones – económicas, sociales, territoriales y ambientales -mejoradoras de  nuestras condiciones de vida, llevadas a cabo dentro de grandes tentaciones revolucionarias de aquella época.

Pero limitaciones de espacio llevan a concentrarnos en un aspecto especialmente aplicable en el aquí y ahora dominicanos por haber sido retrotraído por el FMI en su reciente declaración: el mantenimiento de una débil confianza como causante de nuestra contracción económica.

Muchas actuaciones de Balaguer conducían expresamente a la creación de unclima de confianza imprescindible para desatar energías emprendedoras dinamizadoras de la economía: Austeridad que no solo congelaba remuneraciones, sino prohibía importaciones; Cobertura de cargas fijas del Estado con recursos propios, sin endeudamientos; Convocatoria a fuerzas activas a involucrarse en el desarrollo; Creación de un mecanismo permanente de canalización de iniciativas particulares y seguimiento exigente de acciones gubernamentales para respaldarlas. Instituyó incentivos fiscales para fomentar y diversificar actividades económicas. Todo en adición a su preocupación y atención constante y sistemática de cada acontecimiento nacional. Fue tal la confianza transmitida que se emprendieron proyectos contando solamente con su aprobación, sin avances, financiados con recursos propios de profesionales. Y de industriales y comerciantes que suministraban materiales sumándose a esa confianza.

Aquellos propósitos adquieren mayor relevancia hoy ante la desconfianza imperante en gobiernos, pasados provocadores de crisis y presentes que intentan vanamente rescatarlas; y en el sistema financiero con el q ue interactuaron e interactúan en complicidad. Ante gobiernos envueltos en  gastos dispendiosos desatadores de inescrupulosidades, muchos excusados en un socialismo asistencialista que perpetúa penurias y dependencias. Ante un sistema financiero endosado por organismos internacionales que aprovecha los déficits públicos para financiarlos especulativamente, sacrificando recursos potencialmente dirigibles a una economía satisfactoria de necesidades y generadora depuestos de trabajo.

Ahora que el FMI ha retrotraído el tema, nutrido quizás por el indicador de confianza publicado por el Banco Central, apenas por encima del 50%, inferior al de hace tres años; las destrezas de Balaguer para crear confianza provocan un ascenso mayor en la escala de admiración que ya le tiene el pueblo dominicano. 

Y sirven de experiencia aleccionadora para revertir debilidades que hoy penden sobre nuestra economía.

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