Balaguer y la foresta

Balaguer y la foresta

VIRGILIO ALVAREZ BONILLA
El fenecido presidente Joaquín Balaguer fue sin dudas un amante y defensor de los recursos naturales de nuestro país. Durante su largo mandato de veinte años, se destacó por la constante protección y desarrollo de estos recursos. Balaguer usó todo el poder del Estado para la conservación de nuestros bosques y de hecho, para la preservación de las principales cuencas hidrográficas del país.

Los métodos utilizados durante los años que gobernó, para la aplicación de los programas de control forestal, en ocasiones no fueron los más ortodoxitos, pero con todo, los resultados de éstos han dado sus frutos a través del tiempo. Esta lucha contra la depredación indiscriminada de árboles y manglares naturales, le costó disgustos, contratiempos y enemistades de poderosos intereses e importantes familias propietarias de grandes extensiones en la reservas ecológicas de la república. Balaguer igual se oponía a la tala de un árbol urbano, como así mismo al arrase de numerosas tareas boscosas.

Durante los gobiernos de Balaguer se dio importancia vital a la Dirección Forestal, sus incumbentes, civiles o militares fueron investidos de un poder extraordinario que los colocaban por encima de los mismos superiores jerárquicos de éstos. La práctica ha demostrado que la odiosa metodología era necesaria como forma expedita para la obligada conservación de nuestra foresta. Durante dos décadas, las extensiones boscosas en nuestro territorio, nunca fueron inferiores a un 30%, aunque es bien sabida la enorme cantidad de obras construidas en el país en su mandato, con la secuela que éstas traen en cuanto al sacrificio que significa la tala obligada de especies vegetales. No obstante, en los gobiernos reformistas de la época siempre esa tala fue menor y en la mayoría de los casos se reponían con creces los árboles sacrificados.

La frecuente vigilancia y los planes de conservación y fomento de zonas boscosas y áreas protegidas, contribuyó a que con la ocurrencia en nuestro territorio de fenómenos naturales el daño ecológico fuera soportable. Luego del paso por el país del huracán David y la tormenta Federico en el año 1979, es justo reconocer que el gobierno presidido por don Antonio Guzmán Fernández impulsó a través de la Secretaría de Agricultura y la Dirección Forestal un vasto programa de reforestación de nuestras áreas boscosas. La devastación fue grande, pero la pronta rehabilitación contribuyó a que en pocos años la mayoría de nuestros recursos boscosos fueran repoblados convenientemente y que el daño ecológico causado por estos fenómenos naturales no tuvieran consecuencias futuras. El advenimiento de los gobiernos de Balaguer a partir de 1986 trajo consigo nueva vez la autoritaria reacción de la Dirección Forestal.

Recuerdo en una ocasión, siendo diputado, creo que en el año 1988 visité al presidente Balaguer en su residencia, con el interés de interceder en favor de un empresario agrícola miembro de una prestigiosa familia capitalina, quien había sido detenido y acusado de talar varios árboles en una finca de su propiedad en las inmediaciones de Bayaguana. Esperé al Presidente al final de la escalera de su residencia y después de saludarle, me pidió que le acompañara en la corta caminata que conducía a la casa principal de la Máximo Gómez 10, residencia de sus hermanas. En el trayecto abordé el tema, Balaguer sin dejarme terminar se detuvo, se puso frente a mí y me recriminó enérgicamente mi intromisión en esos asuntos, a seguidas me expresó, «sabes tú el enorme daño que se le causa al país con la tala de un árbol». Sin darme oportunidad de responder, continuó diciendo. «Cortar uno o varios árboles es lo mismo que sentiría una persona si se le amputa un dedo o cualquier otro miembro». Sí, respondí lo comprendo, y apoyo todas las iniciativas en ese sentido, con lo que no estoy de acuerdo es con el método un tanto arbitrario de corregir estos males. ¿Arbitrario?, contestó, «poco se les hace a estos depredadores».

Yo atónito por esta reacción, tan poco usual en aquel extraordinario hombre, solo atiné a contestar, sí señor, estoy de acuerdo. Balaguer comprendió por el tono de mi voz mi posición. El resto del corto trayecto lo recorrimos juntos, cosa que él aprovechó para darme una verdadera cátedra, cuando el Presidente llegó a sus oficinas en el Palacio Nacional ordenó la inmediata libertad del detenido, pero el mensaje que quiso transmitir a los depredadores de áreas protegidas estaba dado.

Pocos años después tuve la oportunidad de cooperar en el desarrollo y conservación de los recursos naturales muy cerca de Balaguer, cuando las coyunturas políticas me llevaron sin proponérmelo a la Secretaría de Agricultura. Desde esa posición pude comprender mejor las inquietudes de ese gran estadista y su primado interés por la conservación de nuestros recursos.

Durante los gobiernos presididos por Balaguer se pusieron en vigor vastos planes para la reforestación de bosques y parques urbanos, se promovieron las leyes sobre de áreas protegidas y se construyeron grandes parques que han servido de pulmón en la ciudad capital y en las principales urbes del país. La manifiesta preocupación de Balaguer por la conservación de nuestros recursos naturales ha contribuido primordialmente a que todavía seamos un país capaz de producir el agua suficiente para nuestra subsistencia. En la actualidad enfrentamos un nuevo reto, los constantes invasores de nuestros bosques y reservas forestales, la expansión agrícola, la tala indiscriminada, los incendios forestales y ahora un nuevo elemento el turismo, amenazan constantemente nuestro sistema ecológico, la planificación y los controles forestales se imponen como medida de prevención de la que puede ser una catástrofe nacional.

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