Balaguer y los militares
Balaguer visto desde el MAAG

<STRONG>Balaguer y los militares<BR></STRONG>Balaguer visto desde el MAAG

HAMLET HERMANN
Recientemente fue publicado en Estados Unidos el libro “Balaguer y los militares dominicanos”, escrito por Brian J. Bosch. El autor es un coronel retirado del Ejército de Estados Unidos, quien sirvió como agregado militar del MAAG  en República Dominicana entre los años 1970 y 1974. Otras posiciones que el coronel ® Bosch desempeñó posteriormente incluyeron la de agregado militar en El Salvador, funcionario de inteligencia militar para América Latina y luego jefe de Operaciones de los Agregados Militares en América Latina, estas dos últimas posiciones en el Departamento de Defensa (Pentágono) de Estados Unidos en Washington. Actualmente está en situación de retiro en Arlington, estado de Virginia. Además de autor del libro antes mencionado, publicó en 1999 otra obra titulada “El Cuerpo de Oficiales Salvadoreños y la Ofensiva Final de 1981.

Investigación político-militar.  Para el detallado estudio de un período de los “12 años de Balaguer” el autor utiliza como material de apoyo privilegiado numerosos documentos desclasificados de los departamentos de Estado y de Defensa de Estados Unidos. También consultó periódicos y revistas nacionales, libros de dominicanos y estadounidenses, así como entrevistas hechas a colegas del MAAG. Asimismo, hace uso de sus propias vivencias como agregado militar en la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo. El resultado de esta investigación es una visión excepcional hacia el interior de la Presidencia de Joaquín Balaguer. Muestra la habilidosa manipulación que el Presidente dominicano hacía de los grupos rivales de oficiales dentro de las Fuerzas Armadas. Expone también el involucramiento permanente en esas pugnas de los funcionarios de Estados Unidos, quienes se inclinaban favorablemente hacia aquellos que coincidían con la visión estadounidense del “establishment” militar dominicano.

Brian J. Bosch inicia su análisis con la fundación del cuerpo de oficiales durante la ocupación estadounidense de República Dominicana entre 1916 y 1924. Luego pasa a describir el fraccionamiento sectario de la institución militar a partir de la muerte del tirano Trujillo. Desde su punto de vista como agregado militar aparecen como grupos aislados y a menudo contradictorios lo que fuera el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), el grupo San Cristóbal, los oficiales constitucionalistas y el grupo de San Isidro. También menciona, aunque concediéndole menor importancia en la lucha interna, al grupo de oficiales navales que dirigía la Marina de Guerra. El autor pasa revista a cada uno de estos agrupamientos, destacando a los principales dirigentes de esos núcleos para luego, a lo largo del libro, ir describiendo los incidentes entre ellos. En su obra, Brian J. Bosch presenta al Presidente Balaguer como un titiritero coherente que manipulaba aquellos conflictos, tanto para crearlos como para resolverlos a su conveniencia.

El profesionalismo militar: Algo negativo. Resulta notable el juicio que el autor de esta obra ofrece en la página 34 de la edición de McFarland & Company, Inc. Publishers. Textualmente, allí dice:

Balaguer tenía profunda desconfianza hacia un cuerpo de oficiales que tuviera identidad institucional propia y que pudiera funcionar autónomamente al margen de la Presidencia. Los incidentes de intervención política de parte del cuasi profesional CEFA, fueron amplias pruebas para Balaguer de que los líderes militares educados, aquellos que podrían moldear una organización moderna y coherente, podían convertirse en amenazas potenciales para su control futuro del Estado. Así, cuando Balaguer inició su primer período de gobierno posterior a la muerte de Trujillo, se embarcó en una clara política para desalentar el profesionalismo dentro de las Fuerzas Armadas.

Según el coronel ® Brian J. Bosch, Balaguer desconfiaba de los oficiales que hubieran sido entrenados en entidades militares extranjeras o en escuelas de oficiales superiores. En 1971, solamente dos oficiales dominicanos se habían graduado del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos. Ésos habían recibido entrenamiento para dirigir unidades a nivel de batallón o de brigada. No obstante, dice el estadounidense Bosch, Balaguer colocó en los principales cargos de dirección de tropa a cuatro oficiales que habían fracasado en aprobar ese curso. A principios de los años 1970 no había en República Dominicana una institución para el entrenamiento de los oficiales superiores. Desde 1966, los asesores de Estados Unidos habían establecido cursos básicos, medios y avanzados, aunque por debajo de los que se consideraban necesarios. Pero incluso esa educación militar rudimentaria era vista con sospecha por el presidente Balaguer. Destaca con aparente sorpresa que, en 1972, solamente cinco cadetes de la Academia Militar “Batalla de las Carreras” fueron ascendidos a oficiales en el Ejército dominicano. Sin embargo, durante ese mismo año, aproximadamente 60 alistados  fueron nombrados como segundos tenientes sin siquiera haber asistido a una escuela para candidatos a oficiales. El Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas era entonces el comodoro Ramón Emilio Jiménez y el Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional era el general Enrique Pérez y Pérez.

El trujillismo de Balaguer

El escritor y antiguo  miembro del MAAG considera que Balaguer estaba absolutamente consciente de que el cuerpo de oficiales había sido formado en esencia por la Era de Trujillo. A finales de los años 60 era poco usual escuchar alguna crítica de los militares hacia la tiranía de Trujillo.

Incluso la escasa cantidad de oficiales con adecuada preparación siempre se referirían favorablemente a los tiempos de la tiranía. Balaguer decidió explotar esa actitud del cuerpo de oficiales hacia Trujillo manteniendo un bajo, aunque muy efectivo perfil. Primero, nunca habló mal del dictador en presencia de los militares. Segundo, permitió continuar con las costumbres y ceremoniales de los trujillistas siempre y cuando no se mencionara públicamente el nombre de los Trujillo.

Y tercero, desde el inicio de su segundo término en la Presidencia en 1970, permitió la vuelta al país a una reducida cantidad de oficiales marcadamente trujillistas quienes habían estado exiliados desde 1961 por las brutalidades cometidas bajo la tiranía. En corto tiempo, reintegraría a los trujillistas al servicio activo. Con esto, según el coronel Bosch, Balaguer demostraba al establishment militar que compartía los mismos sentimientos del cuerpo de oficiales en relación con la Era de Trujillo.

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