[b]1.- NO HAY PEOR REELECCIONISTA QUE AQUEL QUE NO QUERIA VER.[/b]
Era evidente, la calle hablaba todos los días, el lamento se había convertido en monserga, que buscaba desesperadamente la categoría de letanía hiriente y dolorosa. El latido se acrecentaba: supermercados, bares, tiendas, mercados, carros públicos, guaguas, la calle misma hablaba, pero nadie escuchaba nada.
En el medio de la calle, todo era evidente y las encuestas comenzaron a evidenciar ese malestar.
De nada valía entrar en polémica con lo que las encuestas evidenciaban y que los que no eran ciegos, podían mirar y sentir en la calle.
Quizás, lo más triste de un proyecto de reelección es justamente cuando cruza de frontera de la fuerza y se convierte en cohersión. Aquí y ahora, cabe esta simple pregunta ingenua: )Cuántos de los empleados públicos obligados a ir a manifestaciones, luego en las urnas, a solas , votarían contra el mismo gobierno?…
La moraleja parece que se muestra distante, parece que no terminamos de entenderlo: que la memoria de la historia es sabia y los pueblos que la han sufrido, desarrollan un instinto de sobrevivencia proverbial.
Los países con memoria de dictadura, desarrollan formas muy peculiares de leer la vida cotidiana y todo lo que se puede parecer a lo mismo, no importa como venga disfrazado, siempre es descodificado.
Desde mucho antes de la campaña electoral, en estas páginas, advertí que el proyecto de la Reelección era una aventura peligrosa y el balance no prometía nada bueno: porque con miedo y fuerza bruta un partido de tradición democrática, no puede ganar ninguna elección: porque está negando la esencia de su historia, porque la traiciona y hace metamorfosis de partido facistoide y paramilitar.
Ese rostro, que fue apareciendo poco a poco y que en la noche del 16 de mayo quiso mostrar su peor cara, no corresponde a un partido cuyo historial en los avances de la Democracia de la República Dominicana, son conocidos nacional e internacionalmente.
Los que no quisieron ver, no vieron porque no fue su deseo, la realidad estaba todos los días en las calles, en los bares, los supermercados, en las parroquias, las guaguas y en las esquinas.
[b]2.- DE LAS DERROTAS MORALES, SUS RESACAS Y LAS DERROTAS ELECTORALES[/b]
Hay veces que un candidato electoral pierde las elecciones, y solo tiene que lamentar la derrota técnica, la de la cantidad de votos no conseguidos, la falta de una estrategia o los olvidos de campaña de última hora, pero en otras ocasiones suele suceder, que cuando un candidato pierde las elecciones sufre dos derrota: la técnica y la moral…
En la resaca del balance obligado, en ese vacio melancólico que deja toda derrota (porque en 24 horas en una jornada de urnas, la realidad conocida cambia ), quedan muchas interrogantes que nadie en el entorno de los lambones, podría responder con eficiencia.
Es el candidato mismo en su más profundo soliloquio, el que en su resaca moral ante la nueva realidad, debe buscar las respuestas más adecuadas, si tiene fondos y si tiene sinceridad consigo mismo, porque con los demás ya sabemos que no.
En ese ejercicio de reflexión individual, se mira hacia atrás, se recompone el pasado.
La reflexión que nos correspondería en este caso es el porqué de la derrota moral, porque las razones de la derrota técnicas están proporcionalmente ligadas a las razones generales de la derrota moral, que evidentemente: retratan la delicada percepción que una masa tiene de un candidato, la idea que se ha hecho de su imagen mientras ha ejercido el poder y el valor de merecimiento, ante toda esa imagen y todo ese ejercicio, que las masas otorgan según sus opiniones silentes en las urnas.
Cuando las dos derrotas coinciden, la reflexión es mayor.
Estamos ante ese caso, cuando se desafia de modo continuo la tolerancia de millones de ciudadanos pacificos, cuando la burla y la indolencia son normas verbales de uso público, cuando ridiculizar a los demás, sin necesidad, desde una alta investidura se convierte en un deporte habitual, cuando la formalidad de programas televisivos conducidos por mujeres es violentada con sandeces y desplantes, cuando se desconoce de modo agresivo y violento el procedimiento del disenso en una sociedad que aspira amás Democracia, porque sangre ha derramado por ella, cuando todo eso sucede estamos ante un candidato que puede concitar un poder de repulsa y cohesión insospechable. En el caso que nos ocupa, todos estos escenarios fueron creciendo hasta llegar al agobio que solo las urnas han canalizado.
Un detalle curioso: cuando vemos el resultado final de la cantidad de votos emitidos en estas elecciones, se vuelve a reconfirmar un dato insoslayable: el Partido Revolucionario Dominicano, a pesar de su candidato, a pesar de la reelección, obtuvo el 33. 65 de los votos, para un total de Un millon de votos, 215.928.
Esta evidencia matemática vuelve a mostrar que si el candidato hubiese sido otra persona, en un escenario imaginario, la segunda vuelta añorada y pretendidamente forzada, buscada por los reeleccionistas, se hubiera producido quizás con otro candidato y otra imagen…
Porque soy de los que piensa, que a pesar de todo lo que sabemos y hemos visto, sinceramente: demasiado votos fueron emitidos…
Hay un tiempo para todo, dicen los evangelios.
Ahora es tiempo de que las ínfulas del poder se desinflen y las bellaquerías en tiempos de transición sean meditadas, porque un mandato electoral de los que votaron a un PLD canalizador del voto de rechazo popular (57. 11 %, equivalente a mas de Dos millones de votos) se convierte en una derrota electoral con determinación firme y clara, que nadie podría desconocer, salvo que se busque un conato de ingobernabilidad en tiempos de transición, contrario a lo que dice el 57 % de los que sin bulla prefierieron expresarse en las urnas y no en la insurrección popular callejera.
Las derrotas morales son aleccionadoras, marcan, y dejan una huella indeleble en quienes la sufren, especialmente si tienen un matiz de rechazo personal, que es el caso que nos ocupa.
[b]3.- DE LA AGALLARDIA@ BLINDADA AL PRIMER BOLETIN DE UN PRELADO ENFURECIDO O LAS VERDADES DE PASTRANA BORRERO.[/b]
Cuando yo era niño, mi abuelito me explicó con profundidad qué significaba la palabra gallardía, y nunca lo olvidé.
Luego en las lecturas del Quijote y en las novelas y obras teatrales del Siglo de Oro, me di cuenta que mi abuelito tenía razón, pero no conforme con esa bella memoria, recurro ahora al diccionario de la Real Academia, su vigesima edición, Tomo I, edición de 1992.
Gallardía, dícese: Bizarro. Esfuerzo y arrojo ern ejecutar las acciones y acometer empresas.
Gallardo, dícese: Airoso, galán, valiente. Cosas correspondientes al ánimo grande o excelente.
Establecido el concepto, vayamos a esa noche del 16.
Los flujos de votantes desde la madrugada del 15 acudían como una procesión nacional, ello indicaba una masiva votación cuyo vector no iba a favorecer al candidato oficial.
Cada noche electoral es una prueba a la Democracia Dominicana, son sus exámenes estelares, esta vez ante una junta inmóvil, cuyo presidente se tomaba la flema de despedir a los observadores internacionales con un Abello discurso turístico@, mientras todos esperábamos el boletín Uno, un enfurecido prelado tomaba el micrófono y daba, de modo vivaz y contundente, un primer boletín críptico, se entendía y no se entendía, sugería un ganador sin decir nombres y reclamaba honor a la palabra empeñada: Ael que ganó, el que perdió perdió@…
En su edición del lunes 17 de mayo del año en curso, el periódico El Caribe publica un cable de la Agencia Francesa de Prensa cuyo título es como sigue: SEGUN PASTRANA, MEJIA FRENO INTENTO DE FRAUDE, ADMITIENDO SU DERROTA.
En otras palabras, cuando el Presidente Mejía aparece en la televisión, presto a admitir su derrota, todos quedamos en libertad de suponer que de no hacerlo con tal prontitud, esos grupos paramilitares, violarían el sagrado derecho del ejercicio de urnas, secuestrándolas, para impedir que la verdad electoral se supiera con la normalidad debida.
En otras palabras, sangre de nuevo en las calles, porque desde las 5 y media hasta las 11 de la noche, en esas 6 horas, la intuición popular y Ala extraña A demora de la Junta Central Electoral hacían barajar un escenario no muy pacífico y cívico mucho menos…
Estas explicaciones de Pastrana Borrero, ex presidente de Colombia, ponen al descubierto, para quienes no lo sabían , que aquella noche el discurso del prelado casi enfurecido (Monseñor Agripiño Nuñez Collado) era un reclamo al cese de la bellaquerías blindadas que ellos ya conocían…
Vista la definición de gallardía, vista la idea de gallardo y vista la declaración de Pastrana Borrero, concluyo de éste modo:
Cuando la Agallardía@ de una declaración apresurada, se hace para evitar la sangre, me queda siempre la duda de quién daría la orden suprema que crearían el escenario propicio para el desconocimiento de la verdad de las urnas, todavía me lo pregunto: )y usted…?