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A la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo, y a las demás instituciones de educación superior del país les corresponde la formación científica, tecnológica y humanística de los recursos que la nación requiere para su transformación y desarrollo. Sin ellos, todos los planes de reforma agraria, tributaria, sanitaria, administrativa, industrial y de otra índole que planean los gobiernos quedarían paralizados por falta de recursos humanos idóneos para cumplir con las metas que deseamos alcanzar.
Al profesional egresado de las aulas universitarias debe interesarle el investigar, descubrir y aplicar nuevas ideas y nuevos procedimientos para satisfacer las necesidades locales, rompiendo con las cadenas de la dependencia. A este respecto, el escritor brasileiro Darcy Ribeiro, en su estudio sobre “Política de Desarrollo Autónomo de la Universidad Latinoamericana” expresa lo siguiente: “las actividades universitarias deben ser enjuiciadas fundamentalmente con respecto a la fidelidad que guardan a los tres principios básicos que no deben faltar en ninguna universidad que se precie como tal: el respecto de los patrones internacionales de cultura y de difusión del saber; el compromiso activo en la búsqueda de soluciones a los problemas del desarrollo global; y la libertad de manifestación del pensamiento por parte de docentes y estudiantes que en ninguna circunstancia podrán ser cuestionados, perjudicados o beneficiados en razón de sus convicciones ideológicas o de la defensa de sus ideas”
La Universidad de hoy, a decir de Ribeiro, de Tünnermann, de Yarzábal, de Mejía Ricart y de otros autores, debe solucionar los problemas que obstaculizan la incorporación del saber y la investigación científica a sus actividades ordinarias con el propósito de determinar los caminos por los cuales una nación pueda encaminarse hacia el progreso en todos sus aspectos: económico, social, político y cultural.
La Real y Pontificia Universidad Autónoma de Santo Domingo es el instrumento de mayor jerarquía con que contamos para hacer posible el paso de una sociedad irracional, arbitraria e injusta a una solidaria y participativa.
Entre las transformaciones más importantes acaecidas a partir del Movimiento Renovador de 1966 se destacan: la gran expansión cuantitativa de la población estudiantil de la Universidad Primada de América; su notable diversificación institucional; el cambio de actitud de los gobiernos; y los esfuerzos de transformación de la misma.
El 20 de junio recién pasado, en la Universidad Primada se celebraron elecciones para elegir nuevas autoridades. Esa vez, el pesimismo de unos pocos no logró empañar el optimismo de los más. Dichos comicios transcurrieron con tranquilidad y sin disturbios. La doctora Emma Polanco Melo resultó electa como rectora de la Primera Universidad del Nuevo Mundo, constituyéndose, a su vez, en la primera mujer en hacerlo. En dichos comicios, por una parte, afloraron contentos los ganadores y, por otra, conformes y satisfechos, los vencidos. Roguémosle a Dios que las Elecciones Generales programadas para mayo del 2020, transcurran con tranquilidad y sin disturbios al igual que como acaba de ocurrir en la UASD.
Las autoridades universitarias recién electas habrán de enfrentar dos grandes problemas que desde antaño afectan a la Universidad Primada obstaculizando su desenvolvimiento: el exceso poblacional (más de 200 mil estudiantes) y su limitado financiamiento (la UASD recibe del gobierno apenas una quinta parte de lo que por ley le corresponde) y hacerlo con fe y determinación, sin perder de vista el hecho de que la Universidad Primada haya desempeñado, en las últimas cinco décadas, un rol de primer orden en la evolución y desarrollo de la sociedad dominicana.