Balance  del tiempo que se ha perdido

Balance  del tiempo que se ha perdido

Es lógico que  al pasar balance de este fin de año político y de casi doce años de gobiernos del PLD y del presidente Fernández, se recurra a los números que en términos económicos y sociales indican que como país hemos retrocedido en los indicadores que sirven para medir aspectos esenciales del desarrollo de los países en todo el mundo.

En los últimos mandatos hemos retrocedido hasta llegar a ser de los primeros entres los últimos, uno de los peores entre los peores.

Generalmente, los números sirven para establecer la magnitud de un determinado hecho político, social o histórico, pero muchas veces más que los números, son los signos los que mejor ayudan a comprender el impacto que sobre una determinada sociedad tienen esos hechos.

En tal sentido, las escenas registradas en vídeos, donde se ven algunas personas heridas en el suelo, al tratar de tomar  una de las cajas que les tiraban desde un camión de la Presidencia a una multitud, en uno de esos envilecedores actos de entrega de cajitas y funditas que habitualmente hace el Presidente de la República cada fin de año y el otro, donde se ve el presidente de la Cámara de Diputados, casi clandestinamente y por órdenes de su partido, obligando a sus conmilitones a aprobar  la Ley de Presupuesto para el año próximo, son signos que indican que como sociedad hemos llegado al mayor grado de retroceso y degeneración política y social que se registra en nuestra historia.  Con esos signos de descomposición, como todos los años, está terminando el presente año político y así está concluyendo un largo periodo de gestión gubernamental, cuyo balance es esencialmente decepcionante, un tiempo miserablemente perdido, usado para engrosar fortunas del grupo en el poder, de sus  allegados, de viejos y nuevos ricos, para envilecer este pueblo y para proyectos personales, no para hacer avanzar este país por la senda de la institucionalización y la inclusión social. 

Termina un año político  que precede uno electoral en el que participa el Presidente de la República apoyando a su esposa, impuesta como candidata vicepresidencial, precedida por la promoción  de su figura con dinero público y privado y con una JCE cuyo presidente, con el apoyo del partido oficial, se empecina en mantener la designación de un director de cómputos contra la voluntad de los principales partidos políticos y de importantes sectores de la sociedad civil, con una campaña política donde el candidato oficial avasalla a sus contrarios mediante el uso masivos de recursos del Estado y con otros cuya opacidad hace difícil su justificación.

Termina una gestión de gobierno durante la cual el país se  ha convierto en centro de operaciones de los más agresivos y peligros carteles sudamericanos del narcotráfico, que ha invertido casi la mitad de los recursos del país en dos líneas de Metro en la capital, de pobre impacto en la solución del problema de movilidad urbana de esa ciudad y de su área metropolitana, con un debilitamiento del sistema judicial,  la generalización de casos de miembros de los cuerpos castrenses y policiales ligados a las estructuras del crimen organizado.

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