Balance sanitario 2003

Balance sanitario 2003

Hay épocas que se recuerdan con añoranza, existen otras que provocan una honda nostalgia, en tanto que algunas reviven gratos e inolvidables momentos de satisfacción y placer. En cambio, se registran períodos que uno desearía nunca haber tenido la experiencia de vivirlos por lo desagradable y lo doloroso de su acontecer. Uno de estos lo representa para el pueblo dominicano el trienio 2001-2003.[tend]

Solamente vamos a pasar revistas al último de estos años. Sin temor a exagerar, el 2003 marcó un retroceso en los indicadores de salud de la población. Alcanzamos una cifra récord en la incidencia de casos de dengue, así como en la mortalidad por este mal endémico. El síndrome de la inmunodeficiencia adquirida continuó por sus fueros diezmando cada vez a un mayor número de víctimas, especialmente en los segmentos juveniles de la nación. La mortalidad materna e infantil volvió a tomar una ruta ascendente luego de que empezara su descenso en el cuatrienio 1996-2000.

Los trastornos emocionales estuvieron a la orden del día con miles de pacientes afectados por depresión nerviosa, irritación e insomnio. La inestabilidad temperamental estuvo permanentemente en los hogares criollos. La violencia intrafamiliar subió a niveles alarmantes y escandalosos. Hubo crímenes como jamás se hubiera publicado en el país. Estos hechos trágicos sacudieron el alma nacional y amenazaron con crear un ambiente de agotamiento de la sensibilidad colectiva.

Los precios de las medicinas se colocaron por encima de las nubes. Ello obligó a que abandonaran su tratamiento pacientes de cuidado con dolencias crónicas como son la tuberculosis, el cáncer, la diabetes, la hipertensión arterial y la epilepsia, entre otras. Los hospitales sufrieron un desabastecimiento de fármacos y material gastable como no se había visto antes en la historia. Las subvenciones hospitalarias mantuvieron retrasos de hasta cinco meses. Los procedimientos quirúrgicos se redujeron al mínimo y el tiempo de espera para las cirugías electivas se prolongaron tanto que obligaron a muchos enfermos a buscar alternativas que acabaron con sus reducidos bienes materiales y a incurrir en onerosas deudas. Y ni qué decir de los costos de los servicios médicos privados los cuales a causa de la inflación y el alza en la tasa del dólar se han colocado fuera del alcance de muchos núcleos poblacionales. Cualquier operación por pequeña o simple que fuera costó varios miles de pesos lo que contribuyó a agravar las condiciones de pobreza de las familias afectadas.

Los programas de vacunación contra las enfermedades infectocontagiosas se vieron mermados por las limitaciones presupuestarias de la cartera de salud públicas. Afecciones inmuno-prevenibles tales como la difteria, el tétanos, la tos ferina, poliomielitis, el sarampión, las paperas, rubéolas, hepatitis B y la tuberculosis representan un nuevo riesgo para el futuro inmediato de la nación debido al descuido en la vacunación.

El uso del alcohol y las drogas tuvieron un apogeo preocupante, el cual corrió paralelo con el incremento de los asaltos, robos, crímenes y violencia callejera. Reinó un ambiente de mayor inseguridad y de temor ciudadano. La posesión y el uso de armas de fuego crecieron como la hierba mala en tiempo húmedo.

Los trabajadores profesionales y técnicos del sector salud vieron sus magros salarios reducidos a niveles vergonzosos, siendo por ello obligado a limitar sus gastos a lo esencial en desmedro de la calidad de vida de ellos y sus familias.

Si algo bueno ha tenido el 2003 es que se ha ido para no volver. Nos deja un traumático recuerdo. Por ello, no quisiéramos que el 2004 imite a su predecesor. Al tal fin se requiere de un cambio en la dirección política del Estado Dominicano. El 16 de mayo de 2004 representa la oportunidad de lograr un reencuentro con el camino del bienestar, la salud y el progreso de todas y cada una de las personas que pueblan nuestro territorio.

Tenemos el derecho a nacer, crecer, vivir y multiplicarnos felizmente de manera sana y en paz. Sepultemos con los votos de la dignidad dominicana, la tragedia y la pesadilla de este gobierno perredeísta. Que el venidero certamen electoral se constituya en la cita de todos por el porvenir de la patria.

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