Uno de los elementos innovadores en el recién transcurrido proceso electoral, fue el uso de equipos electrónicos para el registro de concurrentes y el escrutinio de los votos. Se suponía que la implementación de estas tecnologías agilizaría el proceso de votación y mejoraría el conteo de los sufragios emitidos por los electores, imprimiendo una mayor confianza en los resultados electorales.
Sin embargo, los distintos informes presentados por las misiones especializadas de observación electoral, coinciden en valorar como deficiente el desempeño que tuvieron estos equipos durante los comicios, aunque esta circunstancia no alteró el resultado esencial de la voluntad popular expresada en las urnas.
La misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) señaló que “la principal fragilidad de la jornada estuvo en el uso de los equipos técnicos. En numerosos recintos faltaron equipos, no llegaron los auxiliares técnicos, o tuvieron problemas de conectividad y funcionamiento de las máquinas de control biométrico y de cómputo automatizado. Las autoridades electorales debieron ordenar el inicio de la jornada de votación aunque no estuvieran en funcionamiento las máquinas para identificar a los votantes”.
La misión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) afirmó que “el material vinculado al escrutinio automatizado y a la identificación de los electores, estuvo, en muchos casos, ausente, incompleto y/o defectuoso; se pudo comprobar problemas de capacitación, logística y definición de procedimientos; se observó la ausencia de técnicos operativos en algunos colegios electorales”.
La misión de la Unión Interamericana de Órganos Electorales (Uniore) apuntó que “la etapa de apertura de las mesas de votación a la hora prevista en la ley sufrió numerosos inconvenientes como resultado que detalles logísticos relacionados con la falta de disponibilidad de equipos, la disponibilidad de los mismos pero ausencia de técnicos para operarlos, que algunos de ellos no operaban bien o que fueron instalados de manera muy tardía”.
El movimiento cívico Participación Ciudadana indicó que “el dispositivo de registro de concurrentes faltó en el 29.3% de los colegios; de aquellos donde llegó, se presentaron confusiones en su manejo en el 22.6%; en el 6.4% no se utilizó y en el 2.2% se descargó… En el 40.5% de los colegios se produjeron anomalías en el momento de la verificación de los electores y del proceso de escrutinio”, incluyendo que “la impresora no funcionó” y que se produjeron “atascos en la unidad de conteo de votos una o varias veces”.
La Dirección de Informática de la JCE reportó que las actas electrónicas procesadas solo alcanzaron un 53% en el nivel presidencial, mientras en la relación de diputados (formulario C-1), la cantidad se redujo a un 39%. De igual modo, se informó que a la medianoche del 15 de mayo, solo se habían procesado 2,952 relaciones de votación del nivel presidencial, es decir, menos del 20%.
De cara a los próximos procesos electorales es necesario trazar una ruta de trabajo crítico que permita superar estas deficiencias. La automatización de las elecciones, sea a través del escrutinio o el voto electrónico, debe acometer una serie de tareas gerenciales y políticas de organización estratégica, que a continuación describimos.
Consenso político. Es esencial consensuar con los partidos políticos la tecnología que se va a utilizar para la automatización, prestando mucha atención a sus inquietudes y recomendaciones. La opinión de los partidos políticos es vital al momento de escoger la solución tecnológica, ya que como protagonistas de la competencia electoral, se hace necesario que tengan absoluta confianza en los equipos a través de los cuales se expresará la voluntad popular.
Hay que recordar que los equipos utilizados en las pasadas elecciones fueron objeto de cuestionamiento por los delegados técnicos de los principales partidos políticos, incluyendo el PLD, PRD y PRSC, que en el mes de julio del año 2015, plantearon que “muchas de las soluciones presentadas por las empresas oferentes, no han sido usadas en unas elecciones nacionales y en muchos casos los equipos presentados nunca han contado un voto en un proceso electoral”, por lo que sugerían estos delegados que “la Junta Central Electoral se asegure de que los equipos, procesos y procedimientos de la solución que decida adquirir hayan sido probados con éxito en otro país”.
Programación a tiempo. El cambio de tecnología de escrutinio de votos requiere que se haga con suficiente antelación respecto de la fecha de las elecciones, pues no se trata solamente de poner en condiciones al órgano electoral de realizar una implementación exitosa, es también permitir que los partidos políticos estudien y analicen el impacto de esta tecnología y puedan instruir a sus delegados políticos en los colegios electorales en cómo actuar durante el escrutinio y a qué aspectos prestarle una mayor atención. Los procesos de licitación, adquisición, importación y prueba de los equipos no se pueden dejar para el año preelectoral, sino que deben realizarse oportunamente.
Simulacros y divulgación. Una vez se haya seleccionado la tecnología a utilizar para el voto o escrutinio electrónico, la misma tiene que ponerse a prueba de manera sistemática en diversos procesos electorales no vinculantes, como serían las elecciones de los gremios profesionales, de los padres y amigos de la escuela, de las universidades, hasta llegar a las primarias de los partidos políticos. Los países de Latinoamérica que han implementado con éxito el voto o escrutinio electrónico (Brasil, Venezuela, Argentina, Perú, Costa Rica y más recientemente Puerto Rico), lo han hecho después de agotar un amplio proceso de ensayos y de divulgación que ha permitido que los partidos políticos y la población se familiaricen con el sistema y que se corrijan a tiempo los fallos que puedan presentarse.
Implementación gradual. La puesta en marcha de una nueva tecnología para procesar el sufragio es un proceso delicado que no debe implementarse de modo simultáneo, sino gradual. Así ha sido la experiencia de Venezuela que comenzó su proceso de automatización a mediados de los 90 y terminó de completar el voto electrónico diez años más tarde.
Algo parecido sucedió en Brasil, que implementó el voto electrónico por primera vez en 1996, alcanzando un tercio del electorado, llegando a dos tercios en 1998, y al ciento por ciento en el año 2000.
En el caso del Perú el voto electrónico fue utilizado en las elecciones regionales del 2014 en solamente 7 distritos, y en las elecciones presidenciales del 2016 se aumentó a 19 distritos de Lima Metropolitana. La gradualidad permite que el sistema político-electoral se vaya ajustando armónicamente a la nueva dinámica que comporta la automatización, y permite que los errores que se produzcan tengan un menor impacto en el proceso electoral.
Auditorías técnicas previas. Todos los países que utilizan equipos electrónicos en los procesos electorales, realizan auditorías técnicas con el propósito de verificar la funcionabilidad de los mismos, dando así una mayor confianza a los partidos políticos y a la sociedad. Estas auditorías comprenden el sistema de identificación biométrica, el software instalado para el conteo y totalización de los votos, el sistema de transmisión de resultados, entre otros. En Venezuela, por ejemplo, se realizan 22 auditorías a los equipos de voto electrónico, mientras que en Brasil y Argentina, además de las diversas auditorías que realiza el órgano electoral, los partidos políticos tienen derecho a realizar auditorías por su propia cuenta.
Una efectiva programación logística. Aunque la tecnología a utilizar sea la más idónea, esta se vuelve inútil en ausencia de una efectiva programación logística. Esto es, los equipos electrónicos deben ser distribuidos, instalados y probados varios días antes de la fecha de la elección, las instalaciones eléctricas de los recintos electorales deben estar en buenas condiciones y la conectividad de Internet debe haber sido previamente comprobada. En nuestra experiencia, muchos equipos de escrutinio no pudieron funcionar por un déficit en la programación logística, que no pudo ser compensado a tiempo con el auxilio técnico itinerante.
Personal técnico. Uno de los elementos fundamentales para garantizar el éxito del voto electrónico es la captación y capacitación del personal que tendrá a su cargo el manejo de los equipos. Se trata de comprometer a personas que tenga formación y habilidades tecnológicas, lo que facilitaría el proceso de capacitación para el manejo de los equipos. Este personal debe incorporarse en un proceso de inmersión respecto a los equipos y tecnologías a utilizar, hasta que obtengan un conocimiento absoluto de los mismos. Asimismo, es necesario garantizar que durante la jornada de votación estén disponibles la suficiente cantidad de técnicos para reemplazar las ausencias, así como para atender las emergencias que se presenten en los centros de votación.
Plan de contingencia. El riesgo que entraña la utilización de cualquier tipo de tecnología obliga a establecer un plan de contingencia, que pueda solucionar las averías o fallas de los equipos. En este sentido, el uso del padrón electoral impreso o la realización del escrutinio de votos a mano, son alternativas que deben tener los integrantes de los colegios electorales, a fin de que una falla en los equipos electrónicos no suspenda o retrase la jornada electoral. Esto implica que el personal de esos colegios no solamente debe estar capacitado para el uso de los equipos electrónicos, sino también, para manejar los trabajos electorales de manera manual.
Autoridad del pleno JCE. Un elemento central en la implementación de todo proceso de cambios en el sistema electoral, es que este debe ejecutarse bajo la dirección exclusiva del pleno de la Junta Central Electoral, que es el órgano colegiado con facultad constitucional para administrar los procesos electorales, y que deberá discutir y validar cada uno de los detalles técnicos que fundamentan esta novedad. Ningún miembro en particular, ni los técnicos del organismo, pueden sustituir la autoridad del pleno de la JCE.