La presentación del ballet Doce marca un hito en la historia del Ballet Nacional. El concepto existencial de Amaury Sánchez aborda 12 estados de ánimo que motivan la inspiración musical. Cada estadio emocional, se expresa a través de un tema musical esencialmente descriptivo, hermoso.
Entre la música y las coreografías hay correspondencia, ambas se apoyan y enriquecen mutuamente. Doce es un ballet dominicano no localista que trasciende y se hace universal, como lo son las emociones inherentes al hombre de todas las latitudes.
Dos excelentes hacedoras de danza, Isadora Bruno y Elizabeth Crooke, proyectan en el espacio, la idea, la intensión; cada una con sus particulares estilos, establece una dialéctica de danza contemporánea formidable, pletórica de creatividad. Isadora produce seis estados: Alegría, Ira, Ansiedad, Tristeza, Desesperación y Depresión, en cada uno hay un significado específico que el espectador lo interpreta desde su propio marco referencial. Alegría nos convoca, participamos de ella, la Ira nos sacude, Stephanie Bauger, Julián Garay y Adriana Pérez, logran excelentes actuaciones y luego la Ansiedad se apodera de todos.
Tristeza íntima, silente, dos magníficas bailarinas logran expresarla, Stephanie Bauger y María Valeria Melogno. Luego Desesperación, el grupo, la colectividad toda, se contagia, para luego caer en la Depresión, donde vemos una Stephanie Bauer, exquisita en su instrospección, elocuente en su expresión corporal. Isadora imprime a los movimientos belleza, fuerza, los bailarines transmiten con energía cada propuesta coreográfica.
Elizabeth Crooke, se enfrenta a un reto, una línea subliminal separa algunos estados de otros, ya expresados. Melancolía y tristeza, vocablos sinónimos, se diferencian, tristeza es emoción momentánea, melancolía es añoranza, Elizabeth percibe la diferencia, Alba López con propiedad la transmite. Alegría es emoción fugaz, Felicidad es una conceptualización racional, la coreografía recoge ese estadio distendido, expresado a plenitud por el colectivo. El Miedo es uno de los momentos mejor logrados, Elizabeth Crooke , logra transmitir esa emoción desencadenante, tomando distancia de Ansiedad, estado psicofisiológico de tensión. Ilusión se convierte en un espacio lúdico fascinante. Extasis es un adagio sublime, bellamente interpretado por las bailarinas. Euforia tiene un magnífico exponente, Elvis Guzmán. Las coreografías de Crooke son sustancialmente orgánicas, hay en su lenguaje contemporáneo, delicadeza y belleza, y en cuanto a la forma es un reflejo de su vida interior.
El espacio escenográfico estupendo, coloca en entramados a los músicos en escena, y los convierte en espectadores. La orquesta Sinfónica Juvenil conducida por Amaury Sánchez, ofrece un excelente respaldo a este Doce singular.
El programa incluye el ballet contemporáneo Corrientes una hermosa metáfora de la vida, del coreógrafo venezolano William Alcalá, cuya creatividad desbordante se traduce en imágenes impactantes, donde cada frase tiene sentido y lógica cinética. El grupo puso de manifiesto el nivel profesional alcanzado.
Michelle Jiménez y Jan Zerer, pertenecientes al Ballet de Holanda, interpretaron un hermoso dueto de Hans Wan Manen, en el que nuestra gran ballerina muestra la calidad y pureza de estilo, en ella todo es una síntesis de belleza y armonía, Michelle es: la danza.
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Michelle Jiménez
Se formó en la Academia de Ballet Magda Corbett (República Dominicana). Desde niña pasó a formar parte del Ballet Clásico Nacional de Santo Domingo, donde fue descubierta por un cazatalentos de Washington School of Ballet, Lorena Spiegler. Actualmente Michele Jiménez forma parte del Dutch National Ballet de Holanda.