El Ballet Nacional Dominicano lleva a escena el ballet Carmen coreografiado por Carlos Veitía, quien se reinventa a sí mismo en esta su tercera versión del famoso ballet.
La novela de Merimée, publicada en 1845 inspira a Bizet para su ópera homónima, y a partir de esta música surge el ballet, siendo la versión de Alberto Alonso, basado en los arreglos musicales de Rodion Shchedrin la más conocida.
En 1983, Carlos Veitía presenta su primera Carmen, que colocó a Mary Louise Ventura y a Lourdes Ramírez como primeras figuras, luego en 1990, innova, teniendo como figuras estelares a Mercedes Morales y Víctor Ramírez.
Esta su tercera versión no supera las anteriores, el concepto, palabra muy de moda, no puede abstraerse de la esencia de este drama, porque lo que cuenta aquí es el personaje y su circunstancia.
Carmen es y será la gitana apasionada, libre, cuestionada por una sociedad que le es hostil, marcada por el sino de la tragedia. Veitía no rompe -y no puede- los diseños coreográficos, que si bien son hermosos, carecen de vitalidad rítmica; hay falta de cohesión, el ballet luce fragmentado, el hilo conductor del narrador, ya utilizado por Veitía, es un elemento que adiciona al espectáculo no solo por los versos hermosos de Mieses, que nos remiten a Lorca, además, por la presencia agorera de María Castillo, inmensa en la escena.
El personaje de Carmen interpretado por una magnífica bailarina, Stephanie Bauger, más lírica que dramática, muestra notable desempeño técnico en sus acabados giros en dedans y amplísimas extensiones, y sobre todo el enchainement, orgánico y fluido que en cada frase coreográfica da continuidad a los disímiles pasos; sin embargo, el elemento vital, que en Carmen no es el virtuosismo, sino la emoción, está ausente. Maikel Acosta asume con propiedad a Don José, que transido de dolor tras dar muerte a la amada, logra el mejor momento al influjo del aria de la flor.
María Valeria Melogno impregna dulzura al personaje de Micaela. Hay que decir que la escena de la suerte o destino, con Adriana Pérez, logra cierto impacto.
Zoom
Carmen
Otros detalles
Julian Garay, el torero, suple con buena presencia las deficiencias técnicas. El coro, elemento protagónico, especie de conciencia crítica, se convierte en un simple divertimento.
La escenografía
Carente de colorido, no contribuye a recrear la atmósfera; sintetizada en una sola palabra: pasión, ausente por demás.