Bancas de lotería y el sector agropecuario

Bancas de lotería y el sector agropecuario

JOSÉ  ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Es indiscutible el impacto negativo que ha tenido la proliferación hasta la saciedad, de las denominadas bancas de apuestas afiliadas a la Lotería Nacional. El dominicano, al igual que los demás antillanos, son jugadores por antonomasia, cifrando en gran parte su bienestar futuro, en ganar un fabuloso premio que le permita disfrutar la vida con el mínimo esfuerzo. 

 La semana pasada, al regreso de una jornada decepcionante por los inconvenientes causados por, primero una sobrecarga de electricidad en el sistema, y segundo por un cortocircuito causado por la misma que nos quemó el bobinado del motor que impulsa la descascaradora de café, llevábamos de regreso a su morada en Villa González al técnico que nos auxilió, cuando al pasar por Navarrete nos entretuvimos contando las bancas de lotería, que en ambas partes de la ruta estaban en operación. Nada más y nada menos que 26.

Algunas estaban una al lado de otra y las que no, eran parte de un consorcio de bancas.

Nuestro acompañante, que era lugareño, nos expresó: “Eso no es nada, todas las calles interiores tienen una cantidad de bancas similar o mayor”. Al darse cuenta de lo que había dicho ahí mismo explotó “carajo!, por esta incitación al vicio y a la vagancia es que no consigo operadores para laborar  en mi metalmecánica”. Y acotó: “si el Gobierno no le pone un alto  a esta sinvergüencería, este país se jod.”

Se nos gravó esta última sentencia y comenzamos a observar al otro día que asistimos al 43 aniversario de la creación del Instituto Agrario Dominicano (IAD), en Azua, las innumerables bancas de lotería, deportivas, de palé, etc., que hay establecidas desde la capital hasta el proyecto Ganadero 1, o Ysura, lugar del acto.  Cuando llevábamos unas cincuenta, quisimos perder la cuenta hartos de ver, como un Estado que debe ser un ente moralizador, por su afán de lucro, como un vulgar especulador con la miseria del un pueblo, oficializa por intermedio de la Lotería Nacional, estas lacras sociales que incrementan la pobreza que el Gobierno dice que quiere erradicar.

Al otro día correspondió nuestra asistencia a la inauguración de la 3ra. Feria Agropecuaria en El Seibo. Para no cansar al lector con la misma historia, le sugerimos que cuando emprendan cualquier viaje por el territorio nacional, cuenten estas “bancas”, a veces en un cajoncito metálico al borde de la carretera y en cualquier lugar por alejado o inhóspito que fuere, su presencia se reconoce enseguida por su iluminación

de neón y equipos electrónicos, lo cual parece un espejismo o una aparición fantasmagórica en medio de un descampado.

Aunque los lectores no lo crean, nuestro país tiene un sofisticado aparato de apuestas por Internet, que abarcan una serie de juegos que la mayoría de los dominicanos nunca han visto, como el jockey sobre hielo y apuestan a sus resultados.  Hay también muchas variantes. En los juegos de béisbol, se apuesta a más o menos carreras. En el boxeo, si tal o cual boxeador noqueará a su rival y en cual  o antes de cualquier “round”. Se incluyen las carreras de galgos, caballos, tanto los de el Vto. Centenario, como del Comandante en Puerto Rico o la Rinconada en Caracas. En fin, se puede apostar a todo, pero acompañado del eslogan “con la confianza y garantía de la Lotería Nacional”. ¡Que vergüenza!

El problema de la erradicación de este infortunio es que han sido creadas por ley y existen congresistas poseedores de bancas y consorcios en toda la geografía nacional.  

Una acción que contrarreste el efecto multiplicativo de las bancas sería, que el Gobierno Dominicano auspiciase la creación de estafetas de crédito agropecuario en lugar de estas “desplumadoras” comparables sólo con los bandidos de un solo brazo en los casinos, que no pocas veces han hecho que un jugador se suicide. Esta acción reivindicatoria podría de nuevo inducir a un retorno al campo de parte de aquellos productores que por no tener financiamiento ni esperanza de conseguirlo en un sistema bancario cerrado se vería beneficiado de pequeños préstamos sin tener que llenar las clásicas y burocráticas exigencias de los bancos y financieras.

De antemano sabemos que esto es una quimera, pero es un ejercicio que llena de satisfacción aquellos que dan la voz de alarma para que unos cuantos vivos, incluyendo el Estado Dominicano, no se lucren con la ignorancia de un pueblo al que su situación de pobreza lo ha llevado a cifrar su porvenir en las acciones de apostadores, tahúres y ludópata. El Gobierno está en la obligación de detener esta vorágine o pagará muy caro sus consecuencias.

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