Ginebra.– La Asociación Internacional de Desarrollo (IDA, en inglés), el fondo del Banco Mundial destinado a la lucha contra la pobreza extrema, destinará en los próximos tres años 75.000 millones de dólares a paliar algunas de las necesidades de los países más frágiles.
Así lo expuso hoy en rueda de prensa Axel van Trotsenberg, vicepresidente del Grupo del Banco Mundial, que mantiene en Ginebra reuniones de trabajo con agencias humanitarias de Naciones Unidas y otros organismos internacionales como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
A pesar de que el Grupo no actúa en emergencias humanitarias, es consciente de que las crisis -sean estas bélicas o naturales- socavan los esfuerzos de desarrollo y es por ello que quieren colaborar más estrechamente con la ONU y con otros organismos de socorro.
Los fondos, comenzarán a distribuirse a partir del 1 de julio del 2017 y se desembolsarán hasta el 30 de junio de 2020.
Según explicó van Trotsenberg, los 75.000 millones -aprobados el el año pasado- representan un incremento del 50 % con respecto a lo aprobado en el trienio anterior.
Otra de las novedades de este fondo es que se ha podido financiar no sólo con dinero otorgado por 50 donantes, sino que, por primera vez, con financiación obtenida a través de los mercados internacionales de capitales.
“Tanto Moody’s como Standard and Poor’s nos dieron una calificación de triple A, con lo que pudimos salir a los mercados de capitales y obtener fondos frescos”, afirmó el responsable.
Con estos fondos, el Grupo destinará 40.000 millones para “estados frágiles”, como Haití, algunas islas del Pacífico, Timor Este o Birmania (Myanmar).
Aunque la mitad de estos estados están situados en África, 45.000 de los 75.000 millones de dólares se destinarán al continente negro. Asimismo, los fondos permiten tener una partida de 2.000 millones dedicada a los refugiados.
Otra de las novedades es que se ha destinado una partida de 2.500 dólares para facilitar la inversión privada en países frágiles “dada la dificultad de invertir en países frágiles porque el riesgo es considerado demasiado alto”, explicó van Trotsenberg.