Bandas armadas dominan los barrios

Bandas armadas dominan los barrios

Ramón Núñez Ramírez

Las bandas armadas en nuestros barrios marginados datan de varias décadas, sin embargo, en los últimos meses hemos visto una proliferación peligrosa de esas asociaciones de vándalos que asaltan, mantienen en zozobra los habitantes, se enfrentan a tiros por la posesión de puntos de drogas y en muchos casos esos intercambios provocan la muerte de personas inocentes, algunos adolescentes, que estaban en el momento equivocado y el lugar equivocado.

Estas pandillas no limitan su accionar al barrio, no crea que, porque usted resida en una torre en Naco, Piantini u otro de los tantos oasis de ingresos medios-altos, esté exento de un encontronazo fatal con esas bandas y solo vale la pena recordar el adolescente Joshua Fernández, asesinado en la parte exterior de una conocida discoteca de Naco, mientras eran asaltados otros jóvenes por una banda.

Un ejemplo reciente fue el caso de la joven Yesenia Rodríguez, profesora de educación física, residente en el sector Lavapiés de San Cristóbal, salió junto a su novio acompañar una amiga que vivía cerca, cuando dos atracadores en motor los encañonaron, uno de los delincuentes intentó agredir sexualmente a Yesenia, su novio intervino y otro de los delincuentes le disparó un tiro mortal a la cabeza, también el adolescente Carlos Feliz Fernández, muerto a machetazos, y el niño haitiano Kerventz Derosier muerto en medio de un tiroteo en El Cambronal, Santiago, por dos bandas que se disputaban un punto de drogas. Esto para citar tres muertes en la última semana.

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Las raíces de este fenómeno  son multicausales: la pobreza, el crimen organizado, la búsqueda de riqueza rápida y estos jóvenes tienen los espejos de los políticos exitosos económicamente gracias a la corrupción y los narcotraficantes y a eso hay que agregar la disolución de la familia, la ausencia de una formación hogareña basada en valores y luego una escuela pública que no enseña y se está convirtiendo en campo de batalla de estos jóvenes y el caso más reciente fue el desprendimiento de la mano de un adolescente por un pandillero y la muerte a golpes de otro.

Las autoridades no pueden permitir que este fenómeno de las bandas siga en aumento, cercenando vidas útiles y creando la percepción de que en este país la criminalidad va en aumento y no es sitio seguro para los visitantes, como recientemente alertó la Embajada de los EEUU a los viajeros de su país, indicándoles los riesgos a que se expondrían, aunque reconocían de una mayor seguridad en los polos turísticos.

Un país que aspira el turismo siga siendo la locomotora de la economía, no puede permitir el aumento del poder terrorista de las bandas, so pena de que en algún momento visitantes sean fatalmente afectados y con ello el buen nombre como destino en auge se desplome.

Enfrentar simultáneamente las multicausales de la criminalidad y el pandillerismo reclama de muchos recursos y de un plan-país ejecutado por muchos gobiernos, a menos que asumamos el método Bukele, que extirpó de raíz a la “maras” de El Salvador al precio de la violación de los derechos humanos y eso seria imposible en RD; por ello hay que enfrentarlos con la mano dura de la ley, rompiendo las complicidades y la protección que les brindan ciertas autoridades llamadas a combatirlas.

Este gobierno no puede permitir que jóvenes apandillados destruyan la paz social y el clima para la inversión.