Baní en vigilia por su acueducto

Baní en vigilia por su acueducto

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los banilejos, esperamos anhelantes y con fe, que el Gobierno cumpliría por alguna vez su palabra reiterativa, de que en enero próximo iniciaría la construcción de tan necesitado acueducto, aún cuando no se ha contratado a la empresa que realice los estudios y diseños de la solución que se elija para determinar cuál es la mejor y de dónde saldría el agua para saciar la sed de una población, que herida por la tormenta Noel, carece de agua desde hace 38 días.

La tormenta Noel afectó seriamente las precarias tomas directas de agua del río Baní, que suministraban el agua para la región. Tan solo operan con deficiencias los sistemas independientes a urbanizaciones, que se alimentan por pozos del agua subterránea del rico aluvión de lo que fuera una vez el lecho del río. El Gobierno y empresas se han encargado de amortiguar la escasez de agua mediante la distribución de la misma en camiones cisternas, que se afanan cotidianamente en llevar el agua a las zonas sedientas, ya que las tomas del acueducto fueron arrasadas por las turbulentas aguas del embravecido río Baní.

Para construir el nuevo acueducto de Baní y su amplia zona habitada, de lo que otrora eran sus emblemáticas zonas rurales, se han barajado varias soluciones que van desde una presa en el río Baní en el sitio de La Gina, una toma directa en el Canal Marcos A. Cabral o acoplarse directamente a la presa de Valdesia, tal como se ha hecho con el abastecimiento a la capital y a San Cristóbal. También podría incluirse, como un posible abastecimiento, extraer el agua desde el acuífero del Arroyo Bahía, al noroeste de la ciudad.

Algunas de las soluciones previstas requieren de más tiempo y dinero que otras, cuando la urgencia del momento es llevarle agua a Baní lo más rápido posible. En consecuencia la solución que se vislumbra como la conveniente y económica, desde todos los puntos de vista, es colocar una toma directa en el muro de hormigón de la presa de Valdesia, tal como se ha hecho para solucionar el problema de agua de la capital y San Cristóbal. Con el agua del río Nizao se culminaría lo que soñaron en el siglo XIX Francisco Gregorio Billini y Marcos A. Cabral, que vislumbraron que ese río sería la salvación de Baní; ya lo es en su agricultura y debe serlo para saciar la sed de los miles de habitantes de las región banileja.

La presa de El Recodo, como se le conocía por mucho tiempo, ya tiene sus estudios en el INDRHI, pero su factibilidad económica es precaria y su tiempo de ejecución requiere unos tres años de intenso trabajo, tanto para la cortina como su planta de tratamiento, línea de abastecimiento, redes de distribución, etc., que absorberían unos $80 millones de dólares. La toma directa desde el canal Marcos A. Cabral requeriría de una inversión de unos 470 millones de dólares e incluiría el abastecimiento de agua para Nizao y comunidades aledañas, aparte de una costosa planta de tratamiento, tanto en su operación como en su mantenimiento.

Por otro lado, la construcción del acueducto desde la presa de Valdesia se haría en menos de un año y su costo no superaría los $50 millones de dólares, contemplando derivar un volumen de agua de hasta unos dos metros cúbicos por segundo, distribuyendo el agua hasta Nizao y Palenque, y abastecer lo que sería el Gran Baní de mediados de siglo XXI. Otra posibilidad de obtener agua para Baní está en el acuífero del Arroyo Bahía, que estudiado someramente promete ofertar un apreciable caudal de agua, lo cual sería para el futuro cercano o lejano. Pero cercano si surgen razonamientos interesados y bloqueadores para que Baní no saque su agua desde la presa de Valdesia, con argumentos poco sostenibles, que poco importa que miles de personas languidezcan por falta de agua de una fuente confiable y permanente.

Hay muchos intereses que se opondrían a que el agua para Baní venga desde la presa. Alegarán que se reducirá la capacidad de generación eléctrica o el caudal para riego. Ya el agua necesaria para riego es mucho menor a lo que se requería en 1975, puesto a que el área bajo cultivo se ha reducido en 20% o más debido al explosivo crecimiento poblacional, ocupando lo que antes eran prósperas áreas de cultivo. Con relación a la merma en la producción energética, tropezaría de frente a las necesidades humanas de asegurar el agua para la vida, lo cual estaría por encima de cualquier consideración económica o política, que busque impedir el desarrollo y la vida de Baní, si prevaleciera el argumento de bloquear que el agua de Valdesia no sea también para los banilejos. Siempre existirá el volumen de agua suficiente para mantener la generación de los 50 megavatios de la central hidroeléctrica de Valdesia. En menos de un año se le devolvería la razón de habitar esa rica región sureña que podría convertirse en el receptáculo de una apreciable inmigración cuando se concluya la construcción de la autopista Sánchez, que estimularía un flujo de personas atraídas por la hospitalidad de Baní y lo que significa para el país.

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