¿Cuándo harán el acueducto?
LLENNIS JIMÉNEZ
BANÍ. Un valle de flores, de lindas mujeres y de un sol tropical. Así, a simple vista podría definirse que es Baní.
Pero no. La canción que para este municipio brotó de la garganta de Rafael Martínez, con letra de Ramón Gallardo, ya no retrata el antiguo pueblo, cuando se destacaba por su empuje económico.
A esta capital de la provincia Peravia, muy conocida como la ciudad de los poetas, le falta agua para desarrollar sus principales actividades: ganadería y caficultura. Esta última, abandonada por los elevados costos de producción.
Baní, tierra que parió al generalismo Máximo Gómez, independentista Cubano venerado por los 98,000 habitantes de aquí, entró al 2008 con una asombrosa escasez de agua, lo que paradójicamente hace dudar que su nombre signifique en taíno, abundancia de agua.
La agricultura sufre este desabastecimiento.
Males de fondo. Esta laboriosa comunidad, que para antes de la colonización de esta isla perteneció al cacicazgo de Maguana, tiene en mal estado su principal carretera, para conectarse con la ciudad de Santo Domingo, y que se encuentra a una distancia de 66 kilómetros.
Nelson Landestoy, en su calidad de síndico, regentea este municipio, el que llama capital de la región Sur.
Con un presupuesto de RD$13 millones, como el que recibió el pasado mes de enero, ha de suponerse que las condiciones del pueblo deberían ser buenas. Sin embargo, la realidad es otra, el ejecutivo municipal y vice presidente en su municipio por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), dice que sus recursos no le alcanzan para levantar las múltiples demandas que le hacen sus conciudadanos, empezando por un estadio.
Se le solicita un nuevo cementerio, un mercado y la terminación de la estación de bomberos. Dijo que al cuartel de bomberos le invirtieron tres millones de pesos y precisa de otros dos millones para su terminación.
Su cabildo, cabeza de nueve distritos, ocupa una de las estructuras más impontes del país, pero dentro, tiene 18 computadoras quemadas por dificultad del sistema eléctrico, mal que padece todo el municipio. También precisa de espacio, por lo que debió iniciar la construcción de la cuarta planta del Palacio Municipal.
Ayuntamiento por dentro.
Landestoy quien encabeza su segunda gestión, desde que en el año 2002 sucedió a Enrique de Jesús Bello, alías Chucho, expresó que su antecesor hizo todo mal y que dejó una deuda de nómina por un monto de RD$10 millones. Sostuvo que algunos de los 900 empleados de Chucho, tenían un año sin cobrar sus salarios, ademas de dejar camiones destartalados.
Empero, en la actualidad, Landestoy aumentó a 1,100 el personal. Justifica que ahora da mejor servicio, porque el cabildo opera como empresa, con presupuesto participativo.
En pago de basura se gastan unos seis millones al mes y en nómina, alrededor de medio millón de pesos.
Un promedio de 120 toneladas basura diaria se generan en el municipio, depositadas en contenedores del tipo europeo, de metal galvanizado.
Tienen 300 contenedores, pero ameritan de otros 250. El síndico aseguró que estos zafacones son una maravilla para mantener la costumbre del banilejo, que prefiere guardar la basura para mantener su frente limpio.
Landestoy, alias Chacho, como lo llaman los estudiantes que pasan frente a su casa al mediodía, para advertirle que los más inquietos le van a romper su yipeta, estacionada en la acera del otro lado, es un hombre que es del equipo político del ex presidente Hipólito Mejía, quien lo conquistó para la política. Se refiere a Mejía como su amigo y el político que lo convenció para que dejara su empleo como representante de una empresa.
Entrevistado en su residencia del distrito Villa Sombrero, donde se recuperaba de un resfriado, Landestoy afirmó que Baní procura que su ganadería retorne a sus momentos de prosperidad. La zona produce 40,000 litros de leche diario, vendida a pasteurizadora y dulceras.
Pero, perdido el sostenimiento de la horticultura, los banilejos viven mayormente del intercambio comercial y de las remesas, provenientes Boston, Nueva York y España. Las remesas representan alrededor de RD$10 millones al año.