Baní y la independencia de Cuba

Baní y la independencia de Cuba

Cuántos habitantes tenía Baní a mediados del siglo XIX?”. Quien así preguntaba era Jorge Risquet Valdés, alto dirigente de la Revolución cubana, quien visitó República Dominicana la semana pasada. La pregunta, hecha mientras nos dirigíamos hacia esa ciudad del Sur dominicano, nos tomó por sorpresa. Reflexionamos un momento y logramos la cifra: al momento del nacimiento de Máximo Gómez, 1836, la población era de cuatro mil habitantes.

“¿Por qué preguntas eso?”, alegamos.

El dirigente cubano respondió de manera sorprendente: “Ese pequeño poblado, una aldea, podría decirse, por allá por 1865, produjo cinco Generales de la independencia cubana.”

A todos sorprendió la relación establecida. No entramos a analizar el por qué de esta abundancia de destacados internacionalistas dominicanos, y la inquietud histórica siguió reinando en el pequeño grupo. Cuando Risquet hablaba de cinco generales de la independencia cubana se refería, primero, al general Modesto Díaz, quien se desempeñó como tal en el ejército español y, luego de la toma de Bayamo, ostentó el mismo rango entre los patriotas isleños.

Asimismo, hablaba de los tres hermanos Marcano (Luis, Francisco y Félix Marcano Álvarez) “quienes formaron parte de la conspiración independentista y contribuyeron con su experiencia bélica a la organización y dirección del despliegue libertador”. Por supuesto, Risquet dejó para último al más grande de los dirigentes de la lucha cubana: al generalísimo Máximo Gómez. Lo normal es que la gente recuerde a Máximo Gómez y olvide a los demás banilejos que determinaron, en una región de Cuba, que esa nación se liberara del esclavismo y del colonialismo. Pero el dirigente cubano se encargaba de refrescarnos la memoria.

En medio de esa conversación llegamos hasta el museo de Máximo Gómez que está en el centro de la ciudad de Baní. Allí Risquet hizo un recorrido examinando con minuciosidad cuanto objeto había en el exterior y el interior del recinto que se ha preparado para guardar copias de documentos del libertador de Cuba. A seguidas, junto al embajador de Cuba y miembros de la campaña de solidaridad con el pueblo cubano, colocaron una ofrenda floral ante el busto del generalísimo Máximo Gómez. Risquet dedicaría unas palabras de agradecimiento hacia la solidaridad mostrada por, aquellos y estos, banilejos a la causa de su pueblo.

Continuamos el periplo visitando el Politécnico Máximo Gómez, cuyo edificio e instalaciones fueron donados por el entonces presidente de Cuba, Fidel Castro Ruz. El financiamiento de esa obra fue producto de un premio que recibiera Fidel en Europa y que, a pesar de que en esos momentos Cuba estaba atravesando por el “período especial”, dedicó ese premio para que se construyera la instalación académica. Respondía así a un pedido que hiciera Máximo Gómez a principios del siglo XX. El recorrido fue interesante y aleccionador.

A seguidas nos encaminamos hacia el Centro Cultural Perelló. Desde antes de entrar al recinto los invitados cubanos admiraron el diseño y las instalaciones de esa contribución a la cultura de la región Sur.

Un auditorio repleto de estudiantes, profesionales y ciudadanos en general de esa ciudad se acomodó para escuchar al dirigente cubano. El comandante Risquet ofrecería un brillante conversatorio sobre los aportes banilejos a la independencia de Cuba. Allí pudimos escuchar la conferencia más interesante que alguna vez hayamos escuchado sobre el papel de los dominicanos en las luchas independentistas de la vecina isla. Se destacó, asimismo, la presencia y el valor de una mujer, hija de dominicanos: Mariana Grajales, madre del lugarteniente de Máximo Gómez, Antonio Maceo, y de otros 10 hijos que dedicaron toda su existencia a la abolición del esclavismo, del colonialismo y al rescate de la independencia nacional cubana.

Luego de finalizada la exposición de Jorge Risquet, el monólogo se convirtió en “plurilogo” con el público haciendo preguntas y desarrollando comentarios. Y ahí fue donde se encendió la hoguera con un intercambio fraterno y enriquecedor sobre la historia del siglo diecinueve.

No importó que transcurrieran dos horas durante el interesante conversatorio, el público reclamó más y más para aclarar una serie de conceptos que en realidad reforzaron el criterio predominante en Baní de que la provincia Peravia debía ser designada con el nombre del generalísimo Máximo Gómez Báez.

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