Banquito de picar

Banquito de picar

Los propietarios de vehículos de motor llegamos a la categoría de banquitos de picar. ¡Hasta en momentos en que bajan los precios mundiales del petróleo, aquí suben los precios de los combustibles! La semana tras anterior, el precio del barril del hidrocarburo cerró sobre los noventa y siete dólares. El Ministerio  de Industria y Comercio impuso aumentos sobre cuatro pesos para las gasolinas.

Los demás derivados fueron igualmente aumentados ¡y encima se nos metió la baza de que el Gobierno Dominicano hacía un sacrificio fiscal! Pues bien, al cierre de la semana pasada el barril cerró rondando los noventa y cinco dólares. ¡Y aún así fueron elevados los precios locales de los combustibles!

Si ello no es una burla, es un abuso. El mejor sujeto imponible para el administrador fiscal dominicano, es el petróleo con todos sus derivados. Otros impuestos no tienen una estructura de cobro tan eficaz como ésta.

El impuesto sobre la renta, si bien en proceso de anular toda fisura de evasión, todavía encuentra quien lo evada. Los aranceles y otros gravámenes del comercio de importación también resultan burlables. Y no sólo por aquellos que logran trasegar contrabandos. Por ello afirmo que el impuesto con sistema de cobro más eficiente, es el de los combustibles.

Galón de gasolina que se importe o se refine en el país, galón que paga su tributo al fisco. Y lo dicho de la gasolina puede repetirse, sin titubeos, de todos los demás combustibles. Por eso la burla.

O el abuso. Ni siquiera el famoso impuesto a las transferencias de bienes industrializados y servicios cuenta con mecanismo de aplicación más efectivo. De hecho, al famoso ITBI ha tenido que buscársele la vuelta, porque en la cadena de imponible se han encontrado métodos de evasión. De los impuestos aplicables a los derivados del petróleo, únicamente Dios podría librarnos. Y hasta ahora, ningún devoto se ha antojado de pedirle gestión tan mundana al Señor.

Ha llegado, sin embargo, otra de las tantas ocasiones en que debe decírsele al administrador fiscal que el desorden gubernativo está sacando al pueblo de su sosiego. Que el tanque  de cien libras del gas licuado de petróleo ha llegado a la suma de dos mil setecientos ochenta pesos en el servicio domiciliario.

Que los sindicalistas organizados en el servicio de transporte de pasajeros amenazan con elevar hasta en diez pesos el puesto en uno de sus automotores. Que la situación, en pocas palabras, está volviéndose insostenible. Ha llegado el momento de decirlo, porque también ha llegado el instante de decirle al administrador fiscal que en su afán de elevar sus recaudaciones, nos ha tomado como banquito de picar.

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