Barack Obama y el presidente negro

Barack Obama y el presidente negro

ELOY ALBERTO TEJERA
Si hace una década a usted alguien le hubiese mencionado a alguien la posibilidad de un candidato negro «serio» a la presidencia de los Estados Unidos, hubiese corrido el riesgo de que se le rieran en la cara o le tildaran de loco. Y era lógico. Aquellas mareas de la intolerancia estaban en su cresta. Hoy, la situación es distinta. Y eso de entrada, es sano. Barack Obama es el personaje que ha hecho esto posible.

Este hombre de color (ah, cuántos inventos para etiquetar a los seres humanos) ha concitado el apoyo y el entusiasmo de blancos, negros, liberales y hasta conservadores. Que Obama, senador de Illinois, no sea un chiste o una broma de buen gusto, es alentador. La sociedad estadounidense ha avanzado algo en lo que respecta al racismo, ese lastre que viene arrastrando desde el siglo 19, y el cual es una afrenta para cualquier sociedad.

Barack Obama es un serio candidato de color. No blanco, digamos. Los demás candidatos negros del pasado eran simples caricaturas: Jesse Jackson, Al Sharpton. Todos se reían de sus devaneos. El carisma de Obama, la personalidad, el no tener complejos o resentimientos lo hacen el candidato ideal para que de una vez por todas se rompa la barrera de sentar en la Casa Blanca a un presidente negro. El Jackie Robinson del establishment. (Contrario a lo que ocurrió con José Francisco Peña Gómez en el país, quien a todas luces sentía y mostraba complejos, y eso impidió que fuese Presidente y le creó taras a la nobleza e inteligencia que tenía).

Los negros acomplejados ya han salido al frente, y quieren boicotear su ascenso. Vaya ironía. Lo han acusado de estar rodeados de blancos (qué racistas son), y entre otras estolideces, de que no tiene la experiencia de la esclavitud pues es de otra generación. En fin, no es el hermano, el black brother del abrazo tonto que se dan algunos negros en los trenes y calles sin conocerse, sólo porque tienen el mismo color de piel. Pero, gracias a Dios que Barack no ha caído en tales chantajes.

Las dos cualidades que adoran a Barack Obama, el carisma y la inteligencia, han escaseado terriblemente en los últimos años en la Casa Blanca, y esto es patético, además que ha provocado que los Estados Unidos sean hoy en día la nación más criticada en el mundo. George W. Bush además cada día se encarama más en la testa de su testarudez en lo que respecta al desastre llamado Irak.

En cuanto a que Hillary Clinton sea una candidata no hay sorpresa ni novedades, pues cuando se profundiza mucho uno se da cuenta de que es más la sal que el chivo. Podría ser un hombre blanco con faldas. El retrato que hay de la Clinton no es muy halagüeño, y más bien elocuente. Se le pinta como una persona ambiciosa, capaz de todo por el poder. Yo no lo pongo en duda. Me remito a la biografía de Clinton en la época de Mónica Lewinsky. Le soportó la infidelidad, como otras tantas veces, y una simple bofetada fue el castigo al marido infiel. El voto que dio Hillary de apoyo a la guerra de Irak es suficiente para descalificarla. No creo que vaya a ser una buena presidente. Con este antecedente del voto a la guerra uno puede medir los escrúpulos de ella. Además, dos Clinton en la presidencia es demasiado. Los electores necesitan un respiro.

La oportunidad es de oro para dar un ejemplo al mundo. La elección de Barack tiene dimensiones mundiales. Ni Hillary ni otro de los desabridos candidatos blancos (más de lo mismo) agregarían algo a la historia. Obama tiene la llave de un real cambio.

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