Barak y Bar-on

Barak y Bar-on

POR UBI RIVAS
El embajador del Estado de Israel en nuestro país, Yoar Bar-On, respondiendo a una entrega del suscrito a HOY el 14 de julio último, la suya el 27, resulta la más despistada respuesta que registró en 47 años de ejercicio de comunicador, por el cúmulo de disparates y juicios insulsos vertidos.

Algo similar produjo el mismo día 27 en el Congreso Nacional, el ex primer ministro israelí, Ehud Barak, en que sin ser reconocido conferencista ni tratadista de asuntos internacionales o económicos, intentó pontificar en la sede del Poder Legislativo de manera infeliz.

Empezando por el embajador Yoar Bar-On, produjo una soberana respuesta cantinflesca, donde expresó muchas cosas y no dijo, en resumen, nada, acusando, es un cliché sionista, a los palestinos de terroristas, cuando los verdaderos y realea terroristas son los israelíes que impiden que aflore en una realidad el Estado Palestino, y se oponen, además, al retorno de cuatro millones de palestinos en la diáspora que precisamente por el terror, desarraigaron los israelíes de Palestina, a partir de 1948.

Bar-On, como Barak, justifican la construcción de un infame muro de 286 kilómetros de largo, desperdicio fútil de recursos porque será derribado en su momento oportuno, con el alegado propósito de detener lo que el cliché judío insiste en crear la opinión pública nacional (israelí) e internacional, «el terrorismo palestino», y en realidad es un hurto a tierras de la ANP.

Ese terrorismo palestino no es otra cosa que el esfuerzo desesperado, la última instancia a que el sionismo postulante de un Gran Israel, traducido en desarraigar a los palestinos de Palestina, acorralado, masacrado, miles de casas arrasadas por los bulldozers y las palas mecánicas israelíes por simple sospecha de ser terroristas, una palabreja que se usa medalaganariamente y al socaire del apoyo a los Estados Unidos, los principales terroristas del mundo.

Barak, llamado en su país el Napoleón israelí por su figura diminuta, fue quien autorizó al entonces ministro de Defensa del Estado Judío, y hoy premier, Ariel Sharón, el 28-09-00, profanar la Explanada de las Mezquitas, un lugar sagrado del Islam, como lo son Medina, La Meca, y donde se yergue la Cúpula de la Roca, donde la tradición islámica asegura que el profeta Mahoma ascendió al cielo en una yegua blanca.

En su disertación en el Congreso Nacional, Barak desplegó todo el peso de la oratoria para sugestionar a incautos y secuaces, en el sentido de lo imperioso que resulta atacar de frente a quienes disponen de armas nucleares con fines inconfesables, omitiendo que Israel dispone del reactor de Dimona, que ha elaborado más de 200 bombas atómicas, y que en 1980 destruyó, empero, el de Tammuz en Bagdad con un ataque de F-16.

Corea del Norte sólo dispone de dos bombas atómicas y eso ha sido suficiente para que Estados Unidos disponga un cordón de seguridad contra Pyong-yang, exigiéndole destruir el reactor de Yongobiong, pero no el de Dimona, y lo propio intenta con el que construye Irán, pero no el de Dimona.

Ni Yoar Bar-On ni Ehud Barak, el primero en su carta al director de HOY y el segundo en su intervención bicameral, aludieron las causas que provocan lo que ellos definen como «terrorismo», y quien es el terrorista, si el que recurre a la violencia clandestina como última instancia de sobrevivir, o quien impone condiciones degradantes y humillantes a grupos étnicos débiles, oprimidos por conveniencias tácticas mercuriales, apoyados por la superpotencia unilateral que conduce a empujones el destino de la humanidad, desestimando el valor y el derecho de las convicciones ajenas, de los desvalidos y los irredentos.

El anhelo de la humanidad es que exista equilibrio y equidad entre los países; que, «entre los hombres, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz»; y que la estrella de David se entrelace fraterna con la bandera verde, negra y blanca del inexorable Estado Palestino.

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