Barba en remojo

Barba en remojo

Me contaba la abuela que a principio de septiembre en el año 1930 circulaba por la región del Cibao una anécdota relacionada con el siniestro atmosférico conocido como el ciclón de San Zenón, el cual produjo daños de consideración en la entonces ciudad capital de Santo Domingo de Guzmán. La narrativa afirmaba que en medio de la tormenta, un grupo de parroquianos se divertía ingiriendo alcohol, en un sitio de expendio de ese tipo de bebidas, al tiempo que pregonaban en plena calle el siguiente estribillo: “Bebemos cerveza Colón/ arriba Trujillo/ y abajo el ciclón”.  Agregaba nuestra pariente que algunos de los declamadores embriagados fueron decapitados por hojas de zinc que volaban como chichiguas por los aires.

La moraleja que la narradora nos hacía derivar era que con las cosas serias y peligrosas no se debe jugar ya que en ocasiones los resultados suelen ser mortales. De modo análogo hay gente que cree que la actual crisis económica que vive el mundo es un juego, o a lo sumo un pretexto para entretener a las personas. La noticia que anuncia el despido de miles de empleados públicos en Puerto Rico no nos quita el sueño. Tampoco parece preocuparnos la calamitosa situación de miseria que vive el pueblo haitiano. Poco nos importa el aumento de la tasa de desempleo en los Estados Unidos, ni la ley de extranjería que comienza a aplicarse en España. Ignoran los incautos la cantidad de compatriotas que se ganan la vida trabajando en el territorio norteamericano y en Europa, así como la cantidad de dólares y euros que estos nos envían a través de las remesas. Ese dinero ayuda a reforzar el valor de la moneda criolla  creando divisas para pagar mercancías que importamos, entre ellas medicamentos muy necesarios.

Aunque deseemos hacernos los ciegos y los sordos veremos la dura realidad golpear a nuestros oídos a medida que se reduzca el flujo de turistas que nos visitan  y sigan retornando con las manos vacías muchos dominicanos procedentes de la patria de Washington. El hecho de que no estemos todavía en la capacidad para detener o desviar los huracanes, ello no indica que no podamos resguardarnos de muchas de sus consecuencias.  Por ejemplo, en el área sanitaria se requiere una continua campaña de promoción de la salud; prevenir las enfermedades infecto-contagiosas mediante la aplicación de vacunas y reglas de higiene. Amerita que reactivemos los programas para  la detección temprana de la diabetes, hipertensión arterial, la obesidad y el cáncer, entre otras dolencias, los cuales ayudarían a reducir la morbilidad y la mortalidad general. La educación en las escuelas dirigida a prevenir el embarazo en adolescentes y la enfermedades de transmisión sexual disminuye los riesgos de muertes materno infantiles. La orientación acerca del peligro de las drogas y de la violencia son tareas urgentes del momento que vivimos.

Más vale evitar que tener que remediar dice el refrán; guerra avisada no mata soldado dice el viejo adagio.  Tampoco olvidemos que, cuando veamos que le están cortando las barbas al vecino, mejor sería que pongamos la nuestra en remojo.   

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