Barenboim: la magia de un artistismo sin límites

Barenboim: la magia de un artistismo sin límites

Todas las expectativas forjadas fueron altamente superadas en el segundo concierto presentado en el Teatro Nacional, por la Orquesta West Eastern Divan, bajo la dirección del laureado maestro Daniel Barenboim. Aquellos, los capaces de entender las complejidades de la música, y los menos entendidos pero igualmente susceptibles a las emociones, simplemente fueron testigos de un concierto antológico, del que se hablará por mucho tiempo.

La Primera Sinfonía de Beethoven, compuesta durante el llamado período clásico del compositor, es abordada por la orquesta con brillantez, los elementos “juguetones” polifónicos e inusuales, son resaltados con esmero, la batuta de Barenboim, bien administrada, deja tocar, permite la libre expresión capaz de producir la poética del arte musical.

En la Octava Sinfonía, escrita en tonalidad de Fa mayor, Barenboim consigue una unidad orgánica no fragmentada; en esta la más corta de las Sinfonías de Beethoven asoman los rasgos de humor, donde con benévola ironía aparece la forma del “minueto”. Las maderas sobresalen en el segundo movimiento y parodian el sonido del metrónomo. El cuarto movimiento utiliza la llamada “nota incorrecta”, con el que se consigue un efecto humorístico. El conjunto totaliza con esmero una de las más diáfanas y acabadas entre las sinfonías de Beethoven.

Barenboim es un verdadero maestro en el manejo de los “tempos”, ideales para que la música pueda cantar la belleza de la música de Beethoven. Las emociones más íntimas del compositor son expresadas en su Quinta Sinfonía, “Así llama el destino a nuestra puerta”, son palabras atribuidas al propio Beethoven refiriéndose al tema principal de ocho notas de esta Sinfonía, que irrumpe sin introducción, como martillazos, mientras… los símbolos del destino se ciernen sobre el auditorio. De este tema recurrente, nacen los siguientes del primer movimiento, dramático hasta lo inaudito y breve en su exposición, cima de todo el sinfonismo monotemático.

El Final. Con aire de marcha, procede del Scherzo, es el arquetipo del Final Sinfónico. Un hermoso concierto que  estará presente en nuestras mentes.

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Se apodera

La estética de Barenboim, traducida en movimientos rígidos, cortantes,  ampulosos y envolventes, marcan con precisión cada compás, la orquesta vibra con sonoridades insospechadas, y el “Pathos” se apodera de todos, conscientes de vivir un momento musical histórico. “El Destino”, las voluntades envueltas, el tesón de Margarita Copello y su Fundación Sinfonía, han hecho realidad la presencia de  Barenboim  en RD.

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