Barolo, el  rey piamontés

Barolo, el  rey piamontés

POR OLGA SANTOS-ÁLVAREZ (AFJV)
A pesar de vivir en Francia, uno de mis caldos preferidos es italiano, me refiero al vino de  Barolo. El detalle es que su precio ha subido muchísimo y hay que saber quien es el productor ya que las calidades varían. Hecho que no le quita su corona como uno de los vinos más cotizado del país y por esto hay hasta razones históricas.

El Barolo es de Piamonte (capital Torino) y hecho de la uva Nebbiolo. Ante todo, Italia es el país non plus ultra de la vid, que crece por toda la península, razón por la cual los griegos le llamaron Onotria (tierra de la vid).

Durante el siglo XIX los diferentes países que hoy día forman Italia pasaron por conflictos y cambios diversos que históricamente se le llama a esa era el resurgimiento. Como se puede entender, todo cambio de gobierno y  de sociedad frecuentemente lleva reforma agrícola. En referencia a esto, fue Garibaldi que le dijo al pueblo italiano que utilizara el azufre sobre sus viñas, procedimiento que ya se utilizaba en Burdeos para evitar el Odium (enfermedad de la vid que se manifiesta por manchas blancas, que todavía se utiliza hoy día). Los vinateros que hicieron lo que dijo el revolucionario gozaron de uvas sanas, ¡lo convirtió en héroe! 

En lo que concierne al Barolo fue el marqués Falletti, seguido por el Primer Ministro en Torino,  el conde Camillo di Cavour, que pidieron los servicios del científico francés Louis Oudart para ayudarlos con sus respectivas propiedades en Barolo.

Ocurrió que después de dos batallas en Lombardía donde Italia perdió ante Austria, los italianos buscaron como aliado al gobierno de Napoleón III. De este modo se pudieron aplicar métodos franceses para el vino italiano. Recordemos que Pasteur es el gran padre de la Enología.

Pero no fue Pasteur sino Louis Oudart que introdujo los cambios en  las bodegas de esos dos signori;  sin cambiar  la uva, que  encontró muy buena, lograron hacer un vino seco de color oscuro, con muy buena estructura que envejece muy, muy bien. Así, brevemente, nació el Barolo que conocemos. Quiero estipular que no es un logro francés ya que sin la visión de estos nobles jamás hubieran buscado los cambios positivos para sus vinos.

Un Barolo se comienza a apreciar a partir de los cinco años dependiendo de la bodega y la añada. Cuando mejor es un vino, sus valores organolépticos pueden desarrollar una complejidad que rivaliza con muchos de los mejores tintos del mundo, que son pocos. Eso ya dicho, a buscar uno bueno a precio cuerdo. Sante.

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