La biblia, en Mateo 27: 15-25, Marcos 15: 6-15, Lucas 23: 14-25 y Juan 18: 40 habla de Barrabás, personaje calificado de salteador, sedicioso y asesino, quien estuvo,  junto al llamado Rey de los Judíos, frente al gobernador Pilatos, optando por su liberación conforme a la tradición de las pascuas en esa época.

Dicen los evangelios que la multitud estaba encabezada por “principales sacerdotes” que  alentaban a los presentes a pedir la libertad de Barrabás.

En la  Semana Santa, la iglesia católica asume un protagonismo apabullante, especialmente promoviendo valores morales y el fortalecimiento del espíritu, abominando las actuaciones de Barrabás.

Sin embargo, es la biblia misma el principal exponente del fariseísmo e hipocresía ancestral de la iglesia católica y sus jerarcas, ya que, con ejemplos históricos parecidos al de Barrabás, muestra a esa institución haciendo causa común con sanguinarios emperadores, dictadores y tiranos de todos los tiempos.

En nuestro país, con honrosas excepciones como la de Montesinos y Hostos, el contubernio iglesia-gobierno arrastra un balance aterrador durante el trujillato, el balaguerato y otros “atos” más recientes, con su aporte anestésico clerical que en numerosas ocasiones ha llevado a las muchedumbres a escoger y glorificar  múltiples Barrabas, mientras el verdadero pueblo vive crucificado en el madero, con todo y su corona de espinas, al estilo Jesús de Nazaret.

La actual contienda electoral muestra a dos candidatos pugnando porque  la muchedumbre vote por ellos, con una Junta (Pilatos) Electoral que no se lava las manos.

Sin embargo, la decisión es fácil para el pueblo si  valora de cuál lado están los jerarcas de la iglesia católica y no desea ratificar el  imperdonable error bíblico.