Barreras sin reverso

Barreras sin reverso

Las relaciones de intercambio económico han estado siempre referidas a barreras sicológicas, topes o «techos»  que una vez alcanzados o sobrepasados, imponen cambios significativos en el comportamiento de la economía de los países.

Se trata de barreras sin reverso, que una vez sobrepasadas difícilmente vuelven a repetirse, a menos que uno de los factores de cambio pierda valor o interés comercial.

El petróleo es, probablemente, el ejemplo por excelencia para ilustrar las reflexiones anteriores. Por mucho tiempo los países importadores han establecido precios de referencia crítica, topes o barreras.

Por encima de toda voluntad, hay un comportamiento general que determina que este bien de la naturaleza esté superando continuamente sus referentes de precios, sus barreras sicológicas, sus «techos».

Así, el valor estratégico del petróleo como concepto geopolítico sin duda alguna compite fuertemente con la demanda en continuo crecimiento por parte del mundo industrial. Otros factores son la dificultad de sustituirle ventajosamente y el aumento vertiginoso de aplicaciones tecnológicas que requieren energía eléctrica para funcionar. El mundo, que trata de eliminar de su inventario la dependencia absoluta del petróleo, se hace cada vez más dependiente de este fósil.

 -II-

Para un país como la República Dominicana, absoluto dependiente de petróleo importado, la superación de barreras sicológicas en los precios de los carburantes es una calamidad que hay que afrontar con absoluta seriedad. La factura por este concepto es una proporción muy alta del total de nuestras disponibilidades financieras que, por cierto, no crecen con las alzas petroleras como ocurre con el mundo industrializado.

Aunque los precios del petróleo fuerzan alzas en los costos industriales, al fin de cuentas estas alzas son transferidas a los precios de bienes y servicios, sobre todo los exportables, de manera que, finalmente, hay una compensación que pagamos los importadores.

Por esa razón es que debemos esforzarnos por abaratar los costos de nuestra economía mediante políticas dirigidas a utilizar de manera eficiente los combustibles fósiles y la energía que producimos con ellos, a la vez que se buscan sustitutos.

El hecho es que ha quedado demostrado que las barreras sicológicas en términos de intercambio económico no tienen reverso, no tienen vuelta atrás. Los precios del petróleo jamás volverán a los niveles superados, y mucho menos en momentos en que aumenta el valor estratégico de este mineral y el mundo industrializado no para de crear aplicaciones que demandan energía.

Tenemos que coexistir con esta realidad y superar cada vez, como pasa con los precios petroleros, nuestras barreras sicológicas de eficiencia y uso racional de combustibles y energía. Ese es el reto.

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