Barriendo el Alma: El termómetro de la humildad

Barriendo el Alma: El termómetro de la humildad

Xiomery Mercedes

¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. Santiago 3:13.

A lo largo de la vida todos hemos escuchado hablar de la humildad. La sociedad nos ha enseñado que ser pobre es ser humilde. Esto es totalmente falso. Nada tiene que ver la pobreza en términos económicos con la humildad, son dos cosas totalmente diferentes. La humildad no es sinónimo de precariedad o falta de bienes materiales, la humildad es más que eso.

Cuando buscamos la palabra humildad, dice que aplica a la persona que tiene la capacidad de restarle importancia a los propios logros y virtudes, y de reconocer sus defectos y errores. A partir de esto, podemos decir que una persona humilde es aquella que reconoce y se disculpa cuando falla sin sentirse inferior por el error, al tiempo, que muestra sinceridad al reconocer no tener las habilidades en alguna labor o tarea. Es de humildes decir: no sé hacerlo, ¿puedes enseñarme? No tener conocimiento de un tema no te hace peor persona, al contrario, cuando pides ayuda revelas inteligencia y humildad.

Saber recibir un consejo sin descalificar a la persona que lo da, también es humildad. Muchas veces escuchamos decir: “el/ella no califica para decirme eso.” Tal expresión evidencia la falta de humildad y la altivez de quien lo dice, debido a que alguien puede ofrecer un consejo u/o advertencia basado en sus experiencias fallidas, porque su intención es evitar a su prójimo las consecuencias de las malas decisiones que esa persona en algún momento vivió.

En el libro de Éxodo, podemos encontrar uno de los mejores ejemplos de humildad, y es cuando Moisés recibe el consejo de su suegro Jetro, que le dice lo siguiente: “Lo que estás haciendo no está bien. Tú y el pueblo que está contigo se van a cansar. Este trabajo es muy difícil para ti, no puedes hacerlo solo. Ahora escúchame, te voy a dar un consejo para que Dios esté contigo”. Éxodo 18:17-19

Me sorprende tanto la actitud de Moisés, un hombre que continuamente estaba en la presencia de Dios y ver como él no le dijo a su suegro: “quién eres tú para decirme eso”, “no sabes quién soy yo”. “La presencia de Dios está conmigo todos los días o a caso no sabes que Dios me revela todas las cosas”. No, él no dijo eso, sabes porqué, porque mientras más buscamos de la presencia de Dios más humildes seremos. Moisés sabía que Dios no le daba todos los dones a una sola persona. También, sabía que Dios era la fuente de toda sabiduría y que podía darle el entendimiento a su suegro para que lo ayudara.

Por eso, moisés no solo recibió el consejo, sino más bien lo puso en práctica. Consejo que le salvó la vida. Cuántas personas no se han ido a destiempo por el exceso de trabajo y el nivel de estrés que llevan, incluso, personas cristianas.  Esto pudo pasarle a Moisés, pero supo ser humilde y poner en acción el consejo.

Tampoco caigas en el gancho de pensar que la humildad es menospreciarte a ti mismo. Fácilmente nos confundimos pensando que honramos a Dios cuando nos menospreciamos a nosotros mismos, a tal punto que no damos valor a lo somos en Él. Ya sea a un ego sobre inflado o a un sentido subestimado de lo significativo y valioso que eres, no corresponden a la humildad.

Tomando en cuenta todo lo leído, puedes decir que ya conoces el termómetro 🌡️ de la humildad y que este no puede ser utilizado para medir la cantidad de bienes materiales o marcas de ropa que utilice una persona, más bien es una virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades.

Dios te guarde.

Dios te bendiga.