Barriendo el Alma. HIJA DE DIOS

Barriendo el Alma. HIJA DE DIOS

Es una mujer que se levanta cada mañana, se ejercita, toma la combinación perfecta para proveer a su cuerpo los nutrientes y las calorías en la proporción justa para una vida saludable. La noticia le sorprende, el diagnóstico inexplicable, más en su mente flota un único pensamiento.
Ella es una guerrera que con determinación persigue sus sueños, sin importar los obstáculos, su espíritu indomable la impulsa a sortear todo obstáculo, con la firme convicción de que los hitos alcanzados irán revelando su valía, ante un mundo dominado por los hombres, al igual que Débora programan que por manos de ella fue alcanzada la victoria. Domina la voluntad de una sociedad marcada por los prejuicios, las apariencias o el egoísmo. Alguien determinado a tronchar su camino hace contrapeso a su destino, más su ser en invadido de un único pensamiento.
Y esta que, haciendo uso de la multiplicidad de habilidades provistas por el Padre a la obra cúspide de su creación: ama su esposo, cría a sus hijos, gerencia el hogar, honra a sus padres, inspira a sus hermanos, gana el respeto de sus suegros, se desarrolla intelectualmente, contribuye en las finanzas, sirve a la comunidad, fortalece a las amigas y tiene misericordia de los de cerca y de los de lejos. Un panorama inexplicable para la batalla interior que libra ante la indiferencia y desprecio de aquel que ama. Cual sunamita clama en silencio, enfoca su accionar y ante aquellos que no hacen parte del propósito eterno proclama: ¡Todo bien! Confiada en un pensamiento que le mantiene de pie.
Entiende que no es el proceso el que marca su destino pues asumió su identidad.
A ti mujer…
Vengo a decirte, que las circunstancias no determinan lo que eres. La convicción de ser Hija de Dios te hace mantener un temple firme. Esa fe que mueve montañas. Esa declaración poderosa que te marca y te distingue. Ese gozo inexplicable que te levanta en medio de la tormenta y proveer lo necesario para que el desánimo, la duda o la desesperación no hagan añicos tu identidad. La hija está convencida que, por adverso que sea el panorama, por nublado que esté el horizonte, de los confines de la tierra ha sido llamada Mi Hija, por su Padre celestial.
Ya no eres huérfana, desvalida, ni rechazada. Lo que eres y lo que anhelas, en las manos del Señor es perfeccionado. Como el oro eres refinada, cual la mejor joya serás pulida, para demostrar al mundo tu belleza y perfección en las manos de Dios.
Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. 2º de Corintios 6:18.

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