Barrio disfruta servicios por cercanía a ricos

Barrio disfruta servicios por cercanía a ricos

POR GERMAN MARTE
Vivir en un barrio pobre, pero rodeado de ricos, ha sido una gran ventaja para las familias del sector La Yuca, del ensanche Naco; gracias a su «estratégica» ubicación reciben los servicios que casi siempre se les niega a los marginados: agua, luz, teléfono y calles asfaltadas.

La Yuca está enclavada en el polígono central del Distrito Nacional, entre las avenidas Roberto Pastoriza, al norte; 27 de Febrero al sur; Ortega y Gasset, al Este y Tiradentes, al oeste.

Y cuenta apenas con cuatro calles, Robert Scout, Junior Scout, Michelle Scout y Cub Scout, cada una de las cuales se convierte en un callejón en cuyas entradas se adivina la pobreza tan pronto uno se aproxima, un panorama completamente distinto a las grandes casas con amplios jardines, las amplias avenidas y los grandes centros comerciales ubicados a escasos metros del lugar.

El barrio comenzó a poblarse en 1963, antes de que fuera construido el Ensanche Naco, en cuyas entrañas se encuentra hoy. Debe su nombre a la gran cantidad de yuca que había sembrada en el lugar para los tiempos de la guerra civil de abril de 1965.

«Aquí había mucha yuca y cuando la gente venía, un hombre que vivía aquí le decía a la gente señores coman yuca, no se dejen morir, coman yuca», explicó Rafael Montero uno de los fundadores del barrio.

Allí, en tan sólo siete solares, viven más de 200 familias, casi todas personas de escasos recursos, pero orgullosos de residir en uno de los sectores «más tranquilos» de Santo Domingo, donde todo el mundo se conoce y aún se respeta al vecino, algo que se ha ido perdiendo entre los capitaleños. El espacio es poco, pero se sienten cómodos, por las ventajas que da vivir «casi de contrabando» entre los ricos, «pegaditos de ellos».

Los apagones, el gran dolor de cabeza de casi todo los sectores, no son tan prolongados, hay agua y la recogida de basura, es casi normal, aunque se ha deteriorado un poco en los últimos días. La mayoría de las casas cuentan, además, con servicio telefónico, incluso hay una cancha deportiva para los más jóvenes.

Sus moradores se jactan de que a ese sector aún no ha llegado la maldición de las pandillas juveniles o «naciones», aunque reconocen que se pueden dar algunos casos de drogas «porque eso está en todas partes».

«Este es uno de los barrios más sanos que hay», dijo Luis Severino, el pollero, quien ve el futuro con optimismo, contrario a su vecina Carmen Martínez, quien se queja porque su marido no tiene trabajo.

A su vez, Altagracia Santana Ramírez dijo que la vida de los moradores de La Yuca es cómoda, «porque todo está cerca».

Rafael Montero, comerciante, llegó a La Yuca en 1967, cuando en el lugar no había más que unos cuantos casas cada una muy lejos de la otra.

En ese sitio crió a sus hijos y vive de un pequeño negocio con el cual aún mantiene a su familia. El es encargado de disciplina de la Junta de Vecinos.

Gracias a Dios, dice, en este barrio no existen tantos males como en otros lugares de la ciudad, «este es el mejor barrio de la Capital».

«Estamos rodeados de ricos, pero por eso es que estamos bien», afirmó. Indicó que en el lugar la gente se gana la comida, porque si no tiene trabajo y viene un rico lo llama y se gana la comida ahí.

El ingeniero Miguel Muñiz, quien vive cerca del lugar, ponderó el comportamiento de los residentes en La Yuca, dijo que ahí reside gente buena.

UNA ESPINA EN LA GARGANTA

Pero la alegría en casa de pobre dura poco. Desde hace tres meses la tranquilidad en este humilde sector se ha visto perturbada después que instalaran un billar en el que según varios vecinos «se hace de todo», desde prostitución de mujeres, venta y consumo de drogas hasta una música que no deja dormir a las familias del lugar.

«Ese lugar es como una espina en la garganta que tenemos los que vivimos en La Yuca», dijo una vecina.

Se trata del Licor Store Billar La Estrella, ubicado al final de la calle Robert Scout casi esquina Michelle Scout.

Según los vecinos, los propietarios del negocio han violado varios acuerdos a que han llegado con la comunidad para apagar los equipos de música a una hora determinada.

«Cuando esos tigueres salen de ahí del billar, en ese pedazo no se duerme», expresó un vecino quien señaló que han denunciado el caso a la Policía y a la fiscalía.

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