Barrio Lucas Díaz suplica por ayuda para aliviar daños Noel

Barrio Lucas Díaz suplica por ayuda para aliviar daños Noel

POR SORANGE BATISTA
NIZAO, Peravia.-
Los residentes de la comunidad Lucas Díaz suplican por ayuda. Estuvieron refugiados en  Baní y en medio de un incidente en el que hubo hasta disparos los obligaron a retornar al mismo lugar del que tuvieron que huir para no morir ahogados en las aguas del río Nizao, durante el paso de la Tormenta Noel.

“Nos tienen en el olvido; que nos ayuden porque si no, el río se va a meter otra vez”, dijo desesperada Dominga Báez quien  perdió las camas en las que acostaba a sus cuatro hijos.

 “Que nos manden algo, lo que sea, zinc, madera, comida, algo por favor”, agregó mientras dejaba escapar una lágrima.

Narró que hace dos semanas ella y su esposo tuvieron que cargar con sus hijos para evitar que las aguas del revivido Nizao, junto al cual está situado el poblado, se los llevara.

“Y ahora anda otra tormenta por ahí”, agregó.

El panorama en esta comunidad, ubicada en la línea divisoria de Nizao y Baní, es desolador. Sus habitantes se miran unos a otros mientras tratan de reiniciar sus vidas.

Tal es el caso del haitiano Yinet Michel, quien se disponía a levantar de nuevo su ‘rancho’, uno de los tantos arrastrados por las aguas de los ríos.

 “El río se llevó el rancho, nosotros salimos huyendo y ahora yo hago el rancho otra vez, expresó mientras levantaba uno de los palos.

Sobre el temor a volver a levantar una vivienda en la vulnerable zona dijo que “yo no tengo donde vivir, la mujer y los hijos están en la calle porque nos sacaron de la escuela yo estaré aquí hasta que Dios quiera”, dijo que el hombre que lleva siete años en esa comunidad trabajando como jornalero.

 Al igual que a Michel le ocurrió a Julio César Rodríguez, quien también con cuatro hijos y su esposa quedaron también quedaron en la calle.

  Se dedica a sacar materiales del río “pero ahora todo está paralizado”.

Explicó que está a la espera de alguien que haga algo con el y los demás residentes de Lucas Díaz que, según dicen, no han recibido nada.

A mucho esfuerzo consiguió que lo aceptaran en un refugio porque en la escuela donde estaba le dijeron que debía irse.

SIN AYUDA

Los pobladores de Lucas Díaz coinciden en señalar que tras el paso de la Tormenta el pasado 28 de octubre, quedaron en pésimas condiciones y hasta el momento no habían recibido ayuda de ningún tipo.

Se quejan de que aunque ha fluido mucha ayuda a ellos no les ha llegado nada.

En el poblado que en las proximidades del puente Lucas Díaz, aún se ven los rastros de la inundación.

Ya para el lunes 29 en horas de la tarde las aguas del Nizao habían anegado por completo las casas y las calles de Lucas Díaz, cuyos moradores apenas tuvieron tiempo de sacar algunas cosas.

En las calles son comunes los montones de ropas, colchones y otros enseres totalmente dañados por el lodo.

ENFERMEDADES

Otra de las preocupaciones de estas familias lo constituye la cantidad de mosquitos en la zona.

Aseguran que tiene que quemar basura en las noches para mermar un poco la presencia de esos insectos.

“Tenemos miedo de que ahora los mosquitos traigan enfermedades, si no nos han traído cosas básicas como alimentos y colchones, menos podemos esperar que nos ofrezcan operativos de medicina y fumigación”, indicó Rolando Medina otro afectado.

Lucas Díaz es uno de los poblados afectados por el  río Nizao que  producto de la tormenta Noel, se extendió por casi 800 metros de ancho.

Al recuperar su cause arrastró vidas, viviendas y ajuares de casitas  humildes situadas en su orilla.

Como en Lucas Díaz   cada poblado dominicano seguirá contando su propia historia sobre el paso de la Tormenta Noel,  que desnudó las debilidades de los organismos de socorro con que cuenta el país.

RIO NIZAO

Tras el paso de la Tormenta Noel hace dos semanas, el Nizao se sumó a los demás ríos del Sur que alcanzaron niveles no conocidos por muchos.

En casi todo su trayecto llegó a 800 metros de ancho.

Hasta ahora no se han cuantificado los daños pero arrastró casas por completo y dañó ajuares de las viviendas que inundó.

A las granceras les destruyó  equipos, plantas hidroeléctricas, camiones y oficinas.

  En lo que se podría considerar como una venganza, el río arrastró material procesado  que le habían extraído y tapó sus propias furnias.

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