Barrio Seguro construye  vivienda

Barrio Seguro construye  vivienda

Aritza Disla de León y Juan Carlos de los Santos Mora  vivían en la peor de las casas del sector capitaleño de Los Ríos. en una mugre, dicen. Por eso fueron seleccionados por Barrio Seguro del plan de seguridad democrática. Ahora ellos y sus hijos cuentan con una casa que costó RD$400,000 y que tiene ajuares valorados en RD$100,000. 

Tenían 18 años viviendo en la mugre. La pareja califica así el ambiente de pobreza y suciedad en que habitaban. Sus únicos bienes eran una casucha de madera vieja, que se llenaba de agua lluvia, y un motor que compraron a  crédito. La vida les cambio en un mes y medio.

Ahora Aritza Disla de León y Juan Carlos de los Santos Mora comparten la dicha de recibir una vivienda de 400 mil pesos y mobiliario por valor de 100 mil pesos. Se trata de una familia del sector Los Ríos en la calle La 800, donde ayer la Secretaría de Interior y Policía les inauguró la vivienda construida a través de Barrio Seguro del Plan de Seguridad Democrática.

El sello “Un Techo para Mi Barrio” identifica la casa que estrena la familia de los Santos Disla, en la barriada adonde  se llega por escalones muy estrechos. Aritza, con 30 años de edad, madre de cuatro hijos y embarazada de seis meses, no imaginaba que con un tercer curso de la primaria aprobado podría adquirir una vivienda en el entorno donde nació, creció y formó familia.

Lo mismo pensaba su marido Juan Carlos, un motorista de Los Ríos que dejaba en su casa 200 de los 300 pesos que se ganaba y que los otros cien pesos los destinaba al pago de la mensualidad del motor.

La suerte le llegó, como él mismo sostiene, un buen día en el que pensó que con un quinto curso y  más de 30 años no tenía opción de vivir mejor.

De lo peor a lo mejor

Los únicos méritos reconocidos al hogar de Juan Carlos y Aritza para seleccionarlo fue el de tener la vivienda más marginal en un callejón sin nombre de la calle Paseo del Viento. El equipo de Barrio Seguro los contactó y luego de la  infructuosa búsqueda de un terreno y un local fuera de la empinada área, optaron por construir la casa, dividida en tres dormitorios, una saca con cocina y desayunador y un baño. Marcelina de León Restituyo, madre de Aritza, es  la más emocionada con el cambio de su hija. Todo el barrio hace fila para compartir la gracia de la vecina que pisaba piso de tierra y que ahora tiene losa blanca.

  Como si se tratara de una letanía, los propietarios de la casa repiten: “Le damos gracias, primero, a Dios, después al presidente de la República, y luego al secretario de Interior y Policía, don Franklin Almeyda”. El olor a nuevo y papel de tienda se siente en toda la vivienda. La casa fue entregada con una compra. La nevera tenía nueve pollos congelados, de los que dos se usaron en el primer sancocho.

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