Dos noticias, con apenas horas de diferencia: El vil asesinato de un vigilante en Bella Vista y  la aterrorizante información de que ladrones de cables están poniendo en peligro la seguridad del puente Duarte.

El gobierno ha  puesto en ejecución un ambicioso y costoso programa denominado “Barrio Seguro” pero áreas como Bella Vista, en Santo Domingo, han continuado teniendo una espeluznante estadística criminal que, a pesar del importante número de agentes y unidades motorizadas de la Policía Nacional, la hacen merecedora del calificativo de “paraíso de delincuentes”. El puente Duarte es un patrimonio histórico que todavía reporta invaluable utilidad a la ciudad capital. Eso lo hace doblemente valioso. Recordemos que  uno de los puentes de Haina estuvo varios meses inhabilitado porque sus soportes fueron debilitados por el robo de parte de su  estructura de metal.

Pagamos, por diversas vías, impuestos que permiten al Estado tener una maquinaria policíaco-militar impresionante en equipos y personal; es, tal vez, de lo más numeroso y costoso en relación al número total de habitantes y no se justifica que el mantenimiento de la tranquilidad ciudadana y la preservación de patrimonios públicos estén tan penosamente descuidados, especialmente en horas nocturnas, que es cuando el crimen, organizado o no, saca provecho de la oscuridad, reforzada por los fatídicos apagones, para realizar sus fechorías.

¿Qué hacen las decenas de miles de agentes del orden durante las noches? Quisiéramos creer, para consuelo público, que lo que hacen es dormir y no pensar que la realidad sea que colaboran con los delincuentes, porque, si es así, sólo Dios podría ayudarnos si todo el país está convertido en un paraíso de delincuentes.