Barrios marginados y cotidianidad

Barrios marginados y cotidianidad

Cada día en los barrios transcurre en permanente actividad social en calles y callejones. El barrio tiene vida todo el día y a todas horas. El recorrido por el barrio es un encuentro con una vida económica y social activa que inicia desde tempranas horas del día con la venta de café, té y frituras en las calles, los mercados y la salida de personas en búsqueda de medio de transporte hacia lugares de trabajo.
Este carácter de vitalidad y movimiento presente en el barrio no tiene suficiente difusión, por lo que mucha gente percibe erróneamente estos espacios como lugares impenetrables donde solo ocurren hechos delictivos y de violencia. Estas actividades se reducen a ciertas zonas de algunos barrios (no de todos) y en forma ocasional.
En el barrio cotidianamente hay una continua y constante interacción entre vecinos y vecinas por lo que los/las moradores/as del barrio nunca se sienten solos/as y se sienten seguros porque existe confianza y apoyo entre vecinos/as.
Solidaridad en la vida del barrio:
Uno de los elementos que priman en la vida cotidiana del barrio son las manifestaciones de apoyo y solidaridad que se producen entre vecinos y vecinas.
La pobreza cada vez más aguda que vive la gente del barrio no se ha convertido en un factor de explosión social porque hay un tejido social que sirve de alivio y de “aguante” al suplir algunas de las deficiencias en acceso a bienes, escasez de recursos y en servicios, que no ofrece el Estado.
Este apoyo y solidaridad se estructura a partir de redes sociales en distintas actividades, como son: lavado, limpieza, intercambio de remedios caseros, cuidado de ancianos y personas con algún tipo de discapacidad, funerales, cuidado de niños y niñas, manejo de situaciones de emergencia-desastres, fiestas, entre otras.
La solidaridad en nuestros barrios urbano-marginales es muy amplia y variada y está presente implícitamente en las pautas sociales de convivencia. La gestión de la vida y de condiciones básicas en el barrio cuenta con las redes de apoyo en su interior y éstas le dan un carácter distinto a la existencia.
La ruptura con la estigmatización de los barrios marginados como la fábrica de la delincuencia y la violencia es necesaria y debe darse en los medios de comunicación y en las distintas instancias del Estado y el Sector Privado.
Este estigma afecta notablemente a moradores de distintas edades cuando salen a buscar empleo o a realizar cualquier actividad económica.
Igualmente los taxis, mensajeros y vendedores de distintos tipos de negocios se niegan a ofrecer servicios a los/as moradores/as porque piensan que serán atracados o violentados.

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