Bartolomé Mas, entre dos tierras

Bartolomé Mas, entre dos tierras

Aunque no se considera tímido, sus gestos lo delatan. Cualquiera diría que se trataba de un pequeñín en su primer día de escuela, y no de un gerente general a escasos minutos de una entrevista.

La oficina del alto ejecutivo del Barceló Gran Hotel Lina sorprende por su falta de ostentación. Elementos sencillos engalanan sus cuatro paredes (unos pocos cuadros alegóricos a su profesión), y en su buró, lo esencial: lápices, tarjetas y un periódico español. Definitivamente un reflejo de sí mismo.

Ahora, el “Señor Mas” como se le conoce en el ambiente laboral – juguetea con su lapicero, señal que avala su afirmación: “Tengo un carácter nervioso aunque no lo aparento”. Al menos, eso cree.

Cuenta que, aunque es oriundo de Mallorca, ciudad de Baleares, España, ya lleva catorce años en República Dominicana. Y es que, como él mismo asegura, está enamorado de Quisqueya.

“Yo vine aquí, inicialmente, por tres años, ese era mi contrato verbal con la empresa. Pero, por circunstancias de la vida y porque tanto a la compañía como a mí nos convenía, ya llevamos catorce años”, explica.

Pero, su historia empieza mucho antes, cuando era un joven ansioso por comerse el mundo. Estudiaba administración hotelera y aprovechaba los veranos para trabajar en importantes hoteles, como ayudante de cocina o sirviendo tragos en el bar.

Apenas terminó la carrera y se inició en la cadena de hoteles Barceló, como recepcionista del Barceló Ponent – Playa, en Mallorca. En aquel momento, ni se imaginaba cuantos años de su vida dedicaría a esa compañía.

A lo largo de toda la década de los ochenta, pasó por cinco hoteles diferentes de la misma cadena y en distintas ciudades de España. Así, pasó de recepcionista a jefe de Recepción, y finalmente, director.

[b]De Europa al Caribe [/b]

A finales de 1990, Bartolomé Mas, recibió la propuesta. Y aceptó. Se montó en un avión rumbo a República Dominicana y su vida cambió. Lo primero que vio fueron palmeras, arena y playa, en el Barceló Bávaro Garden, donde fue asignado como director General.

Pero no sólo su vida laboral era distinta, fue aquí, en República Dominicana, donde conoció a su esposa y madre de sus dos hijos, Rosanna Castillo. Y no disimula su felicidad cuando habla de ellos.

“Mi hora preferida del día es las 2:15 p.m, más o menos. Porque, es la hora que llega mi hija del colegio”, asegura con una sonrisa.

…EN LA CIUDAD

Luego de varios años trabajando en la zona de Bávaro fue trasladado en 2002 para Santo Domingo, como gerente general del Barceló Gran Hotel Lina & Casino, donde se ha desempeñado hasta ahora.

“Venir al Lina fue un poco cambiar los esquemas de la forma de trabajar, porque en los hoteles de playa no se trabaja igual que en los hoteles de ciudad. El turista es diferente. Va a descansar, a disfrutar del paisaje. Aquí los turistas son de negocios. Y sin dudas, ha sido positivo trabajar con otro tipo de clientes”, expresa.

Su personalidad ha influido bastante en el buen desempeño de su rol, ya que, como él mismo se define, es un hombre leal, trabajador, por la dedicación que exige el tipo de negocio que realiza y constante en alcanzar las metas que se propone.

Mas, se afianza a su propia filosofía: “Hacer las cosas lo mejor posible, tanto para mí como para las personas que me rodean”.

Como “jefe”, resalta que, aunque es exigente, es también muy comprensivo.

¿Qué tiene el Lina, que lo hace especial? “Tenemos una reconocida tradición y una situación conveniente para la entrada y salida a la ciudad; además de nuestra gastronomía. Y la empleomanía que la verdad es una maravilla. Contamos con personal de más de 20 años de servicio”.

Para concluir, afirma: “Si tuviera que titular mi vida como una película, sería “Entre dos tierras”, ya que soy español de origen y dominicano de adopción”.

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