El rostro es como un lienzo en blanco que se prepara para plasmar en él toda la belleza de una persona. Por esa razón, hay que cuidarlo mediante una rutina de limpieza, hidratación y nutrición para lograr un buen maquillaje.
Y para que ese trabajo de maquillaje tenga buen resultado es fundamental el uso de una buena base o fondo de maquillaje. La calidad y la adecuada elección determinará la diferencia entre un rostro luminoso o enmascarado.
Y esa base no solamente da color, sino también cumple con varias funciones: unifica los tonos ayudando a homogeneizar el tono de la piel y disminuye marcas e imperfecciones.
También resalta rasgos ayudando a realzar las facciones más favorecedoras y dar más luminosidad y vida a la cara. Pero también una buena base sirve para ayudar a mantener el maquillaje, actuando como fijador, y lograr que no se borre fácilmente luego de colocado en el rostro.
El mercado de la cosmetología ofrece varias alternativas, ya sea en forma líquida, en crema y en polvo y combinaciones de ambas. Pero, además, las bases pueden contener fórmulas especializadas para satisfacer las necesidades de los distintos tipos de pieles, sean éstas sensibles, grasosas o secas, e incluso para un cutis con rosácea o cicatriz.
Las claves
Para verse mejor
1- Utilice un tono lo más parecido al de su piel.
2- Deposite una pizca de la base sobre el dorso de su mano y deshágala para calentar el material y extenderlo más fácilmente.
3 – Aplique un toque de base en el centro del rostro, sobre la barbilla, las mejillas y la nariz. Luego extiéndalo por todo el rostro, desde el interior hacia el exterior.
4- No olvide las orejas y el cuello y difumine las zonas de transición. Aplíquela bajo la luz natural, para que pueda ver realmente cómo lucirá el color en la cara.