Tal parece que la naciente Liga Nacional de Baloncesto (LNB), nació con los pantalones largos.

El gran problema del baloncesto dominicano radica en que este deporte está dirigido a la población de pocos ingresos. Su facilidad para practicarlo y la gran cantidad de canchas existente, así lo confirman.

El primer paso de esta liga era -y así lo han hecho- colocar un precio ajustado a la economía actual a las boletas. Esto (su precio 350 en la parte baja y 150 en las graderías alta del Palacio), de seguro controlará a aquellos fanáticos volátiles, irrespetuosos e incontrolables a la instalación techada, y dará paso a una nueva generación amante de la disciplina, el respeto, los buenos modales y, por supuesto, el buen baloncesto.

 En las anteriores cuatro versiones de la Lidoba, a pesar del esfuerzo de los organizadores, esos fanáticos facinerosos, tomaban tribunas a pesar de las restricciones estipuladas por la seguridad.

  El regreso a la dirigencia de Federico Lalane José es un buen indicio para pronosticar que la misma crecerá con el paso del tiempo, y que este ensayo no morirá en su proyecto.

 Ya el primer intento por hacer una crisis asomó en Puerto Plata, cuando un grupo minoritario de inversionistas provocó un problema antes de salir a cancha el equipo Tiburones o Marineros, cuyo nombre no importa, hoy.