¡Basta ya!

¡Basta ya!

“Los blancos, morenos, cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la Patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que somos hermanos”.
Cuando Juan Pablo Duarte se refiere a morenos hay que leerlo por su significado: bronceados, cobrizos, fuliginosos, cetrinos, aceitunados, terrosos, pardos, obscuros, oscuros, tostados, quemados”.
El irrespeto a la Patria que se comete cuando se irrespeta a su Padre, a Juan Pablo Duarte hay que detenerlo, contenerlo y eliminarlo.
Lo más reciente es la fabricación, la construcción de búsqueda de una “verdad” falsificada, que permite el atrevimiento de llegar tan lejos como intentar eliminar un reconocimiento, un honor conferido por otros para satisfacer la aviesa intención de achiquitar, la gigantesca estatura del Padre de la Patria Dominicana.
La desnacionalización viene de raíz, del abandono de la enseñanza de la verdadera historia patria, como ocurrió, sin que medien sesudos análisis aplicados de manera automática por “sabios” que intentan reescribir el pasado aplicando un lente de hoy, lo que distorsiona la realidad. Ahora hay un grupo de intelectuales de lecturas maniqueas de una realidad cuya reconstrucción intenta justificar las acciones históricas de los haitianos contra la República Dominicana, desde su nacimiento.
De más en más nos tumban el pulso al punto de que hoy vemos como natural que centenares de mujeres haitianas acudan a hospitales dominicanos a dar a luz, con la intención manifiesta o solapada de que sus hijos sean reconocidos como nacionales de nuestro país.
El tema de la nacionalidad ha sido vapuleado conforme a situaciones coyunturales en las cuales se imponen criterios “científicos” y experiencias extrapoladas de otros países, cuyas realidades no deben ni pueden ser aplicadas en República Dominicana salvo que se trate de la aceptación de lo que se cantaba décadas que una tal Lola clamaba porque le buscaran al hombre que le había quitado la vida pues ella quería, antes de morir, “abrazarlo y besarlo y después morir tranquila
Los haitianos son un callo en cada dedo de los pies, un clavo en la planta del pie, una bota puesta en el cuello y la exigencia de que nos despojemos de lo que no tenemos para que ellos disfruten sin límites de lo que hemos logrado a sangre y fuego, son sudor, trabajo denodado y constante.
El mantenimiento de la nacionalidad es una lucha permanente que hemos tenido que desarrollar históricamente contra los haitianos y a pesar de los haitianos.
Los haitianos están en todas partes, tropezando con nuestra gente, ocupando los escasos puestos de trabajo que tenemos y después de irrespetar la Bandera Nacional, sin que hubiera una sanción ejemplarizadora, ahora la toman contra el Padre de la Patria.
Ya no tenemos espacio para recular. Esto hay que pararlo de manera definitiva.

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