Basura atrae basura, ambiental y políticamente

Basura atrae basura, ambiental y políticamente

Rafael Acevedo

Un baño impecable motiva a los usuarios a mantenerlo limpio. Desde que el primer desaprensivo lanza un papelito al suelo, pasará poco tiempo para que otro descuidado deje caer el segundo. El tercer papelito caerá en un intervalo menor y el lugar será un desastre en poco tiempo. Donde es más fácil observarlo es en un baño de “caballeros” en los estadios y bares donde frecuentan los “señores”. Es cuestión de diseñar procedimientos y dispositivos que cambien esa “cultura”. Lo mismo ocurre con las reglas y los acuerdos: Una pequeña violación trae otras mayores. Los conductores empezaron estacionándose en los carriles, para al poco tiempo terminar estacionándose encima de cualquier acera, y luego, donde les da la gana.
Cada jefazo o jefecito, atribuyéndose poderes que la ley y las normas no le otorgan, comete un acto discrecional, irregular, con la aparente creencia de que sus subalternos no se atreverán a imitarlo. Los subalternos suelen alegrase de cada abuso o desacato a las normas que hace el jefe, pues eso les permite a ellos hacer algo similar cuando se les presenta la oportunidad.
Las excepciones con amigos, el nepotismo y el favoritismo son parte de la estructura informal y paralela de poder que compite usualmente con el sistema formal e institucional de autoridad. Talcott Parsons definió estos patrones de conducta dentro de su teoría de los sistemas sociales. Explicó cómo el comportamiento particularista es dañino para el sisma institucional, y que las relaciones institucionales deben estar desprovistas de afectividad, debiéndose caracterizar por su carácter universalista. Toda iniquidad empieza con un pecadillo inocente; la secuela, lo que viene atrás, acabará con todo.
La teoría del caos explica que las catástrofes empiezan con un aleteo de mariposas. Un funcionario que se “apropia” de un breve articulillo de una ley de contrataciones públicas, termina siendo reo de sus subalternos. Balaguer, para defenderse de cualquier acto de rebeldía o desobediencia, dejaba a los subalternos abusar de sus cargos y aún corromperse, para tenerlos sujetos y en calidad de reos potenciales. Solo cometía excepciones con gentes de mucha lealtad o de calidad humana, y en asuntos de política de estado o de casos humanitarios. O de imposiciones del imperialismo.
Bosch no cometía ninguna de estas discrecionalidades o acciones particularistas, dando ejemplo de pulcritud administrativa, pero su gestión fue demasiado breve para ser evaluada en forma comparativa. Acaso esa misma inflexibilidad suya lo expuso a la perversidad de sus subalternos y a los manejos habituales de la oligarquía.
En política reciente, la basura se fue permitiendo: Un aventurerito aquí, un desaprensivo allí; un rifero por aquí, un sicario radiofónico por allá. Ciertamente, el pecadillo lo puede cometer cualquier, independientemente de raza, sexo o condición social.
Hay que cuidar la primera desviación. El primer desliz o error, siendo más notorio, sirve de ejemplo y cuesta menos corregirlo, antes de que se vuelva sistema y se reproduzca a sí mismo. La Biblia nos advierte acerca de los pecados y faltas originales. Es de sabios el castigo y el arrepentimiento a tiempo.

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