Basura, esa indeseable cosa nuestra

Basura, esa indeseable cosa nuestra

La basura no da tregua. Si la dejan, lo invade todo. Y eso fue lo que hizo durante las tres semanas que el camión no pasó por mi barrio. Ayudada por las lluvias de Gustav, y en complicidad con los perros viralatas, salió de las fundas y los tanques que la contenían y se hizo dueña de las calles. Su efluvio pestilente la proclamó invencible.

Desesperada, acudí al Palacio Municipal a reclamar mi derecho a vivir en una ciudad limpia. Allá me explicaron las razones por las que se suspendió la recogida de la basura. Hablaron de deudas a contratistas, de un presupuesto que no alcanza; de que la población no tiene cultura de pago y de la falta de competencias de los Ayuntamientos para penalizar a quienes no cumplen sus deberes municipales.

Por mi parte, argumenté sobre las enfermedades a las que nos expone la acumulación de residuos sólidos. Dije también que las moscas, los ratones y los mosquitos no distinguen quién paga el servicio y quién no, y que no disponer adecuadamente de la basura nos perjudica a todos. Cada parte defendió sus puntos; no obstante, aseguraron que al otro día mandarían el camión. Así lo hicieron, mas no puedo estar tranquila: el monstruo está creciendo nuevamente. Y no sólo en mi entorno inmediato.

Sé que el tema es complejo y que tiene raíces en el consumismo, el urbanismo acelerado, la pobreza y la inequidad, los bajos niveles educativos de la población y sobre todo, en el debilitamiento del Estado y el consiguiente deterioro de los servicios básicos. Pero una cosa es clara: no podemos seguir permitiendo que la basura sea, junto con las playas, la música y la pelota, la carta de presentación de nuestro país. Eso tiene que cambiar. El desarrollo de la nación es incompatible con la falta de higiene. Dar una respuesta eficaz al problema requiere que empecemos a tratarlo desde una perspectiva integral que incluya aspectos sociales, educativos, legislativos, sanitarios, ecológicos y gerenciales.

Amerita, además, que las instancias que las leyes de Salud, de Medio Ambiente y del Distrito Nacional y los municipios señalan como responsables de resolverlo jueguen sus roles respectivos y coordinen adecuadamente entre ellas. Por otra parte, el involucramiento activo de las escuelas, las iglesias, las empresas, las instituciones comunitarias y los medios de comunicación es una condición indispensable para que la limpieza vuelva a ser un valor para el pueblo dominicano. La basura es indeseable, es nociva. Pero, admitámoslo, es una cosa nuestra. Buscarle solución también.

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