Basura se acumula a lo largo del Malecón

Basura se acumula a lo largo del Malecón

POR MARIEN A. CAPITAN
El área del Fuerte San Gil, los alrededores de la Plaza Juan Barón, el rompeolas y todos los espacios en los que hay establecimientos de venta de comida continúan siendo las zonas más vulnerables del malecón de la ciudad de Santo Domingo: en esos lugares es donde más basura se acumula.

Los arrecifes, donde no llegan a limpiar las brigadas del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), son los que se llevan la peor parte puesto que los visitantes arrojan sobre éstos todo tipo de desperdicios. Entre ellos, las fundas vacías de las picaderas y los helados y, además, los platos, vasos y cubiertos desechables que utilizaron para comer.

Más peligrosas aún resultan las botellas de cerveza que se tiran por doquier y terminan rompiéndose y convirtiéndose en un enemigo que, silente, espera que alguna víctima se descuide. 

Otro detalle que llama la atención es cómo se han secado la mayoría de los arbustos que estaban colocados en las jardineras y algunos espacios verdes del malecón. Convertidos en  hojarasca, los arbustos ofrecen ahora un lamentable espectáculo: hablan de olvido y descuido. También, porque parecían ser puntos de basura, se prestan para que haya quienes tiren sobre ellos desperdicios de comida donde se acumulan hasta gusanos.

DESDE LA FUENTE CIBERNETICA

Pasear por la zona del Malecón Libre es confirmar que las alcaldías que han pasado por la ciudad han invertido el dinero en proyectos que luego serán olvidados. Eso parece decir, al menos, la Fuente Cibernética: sin agua, con hojas secas y desperdicios en su interior, ahora deja sus entrañas al descubierto.

En la Plaza de Güibia, por otra parte, la situación no es tan patética como de costumbre: los comerciantes de allí han decidido limpiar el parque y la playa para ofrecer un ambiente más limpio a sus clientes.

Así lo informó ayer Marcos Saint Hilaire, quien sostuvo que están creando la Asociación de Comerciantes de la Plaza Güibia. Mientras concretizan el proyecto, han tomado iniciativas tales como pagarle a un señor para que limpie toda el área.

A pesar de sus esfuerzos, sin embargo, aún hay basura en la zona, algo que será muy difícil de controlar mientras la gente continúe tirando cosas sobre los arrecifes. En el caso de la playa, que se está limpiando todos los días, jamás estará completamente limpia porque allí termina una parte de los desperdicios que el mar trae constantemente desde el río Ozama. 

La contaminación de los plásticos y desechos de todo tipo que los habitantes de la ribera del río tiran al Ozama es tan grave que hay espacios como la playa que rodea al Fuerte San Gil que están completamente copadas de basura. Aunque en menor grado, lo mismo sucede con el área del rompeolas y todas las calas y playas de la zona.

A pesar de esa basura, que se pasea al compás del vaivén de las olas nunca faltan menores que se decidan a bañarse en estas aguas:  rodeados de basura y de un agua que está turbia en exceso, ellos juegan alegremente como si estuvieran en el mejor de los paraísos.

Aunque podría serlo, el malecón dista mucho de ello. Antes habría que buscarle una solución al problema de las construcciones abandonadas, algunas casi derrumbándose frente a los ojos del visitante, que tan lamentable imagen ofrecen.

Pero también, y es lo más importante, habría que estudiar una fórmula para controlar a los visitantes que dejan en el malecón todo tipo de basura: cajas de whisky vacías, botellas de alcohol que terminan rompiéndose, cartones de jugo, envolturas de dulces, cajas de pizza, latas y hasta trapos y ropa que se suceden en los arrecifes y las áreas verdes.

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