Atenuado el problema de Duquesa por un acuerdo de los ayuntamientos que  vierten en ese depósito, acuerdo que, dicho sea de paso, no es la solución definitiva del problema, continúa siendo difícil echar a un lado el tema de la disposición final de la basura. La razón es sencilla. Los  desperdicios que van a parar a ese vertedero son el resultado de la labor de recogida que, mal que bien, efectúan  los gobiernos municipales. Muy poco se dice de  miles de toneladas de desechos de todo tipo que los ayuntamientos no recogen y de los que disponen a discreción los habitantes de los barrios. ¿Cuál es el destino final de todo eso y cuáles son los perjuicios ambientales que ser derivan?

Lisandro Macarrulla, presidente del Puerto Sans Soucí, advierte que gran parte de la basura que produce el Gran Santo Domingo va a parar a los  ríos Isabela y Ozama, que confluyen y desembocan en el mar Caribe, arrastrando  aguas abajo miles de toneladas de desperdicios y sedimentos que depositan en él la zona del puerto. Esa misma acumulación de basura fue la que espantó los cruceros que tenían el puerto de Santo Domingo en su itinerario por el Caribe. La basura maloliente y de pésimo aspecto cuando se acumula es la que va a parar a Duquesa, pero la que arrastran los ríos hasta la zona del puerto no se ve, pero se siente de manera dramática. Es una asignatura pendiente para los ayuntamientos y el Ministerio de Medio Ambiente.

VENTANILLA ÚNICA  

El director de la DGII tiene mucha razón cuando se queja por la existencia de múltiples vías para otorgar exenciones fiscales. La tendencia moderna es facilitare trámites y procedimientos de gestión y eso explica por qué ha cobrado auge la figura de la ventanilla única. La consigna moderna es simplificar. Valdría la pena   promover una legislación para alcanzar esta meta.

CONCILIACIÓN

Los voluntariados que operan en el entorno de las 14 fiscalías barriales han logrado conciliar 15,000 conflictos vecinales en cinco años. La gestión de estos voluntarios consiste en llevar las partes al diálogo y la negociación, y evitar por todos los medios que los casos pasen a convertirse en litis que deban dirimirse a través de las fiscalías y los tribunales. La tarea de estos voluntarios nos merece una alta valoración, en un  país como el nuestro, que se ha caracterizado por sus altos índices de violencia.