¿Alguna vez disfrutamos realmente de independencia? Quizás en la época precolombina tuvimos vida independiente forzada por el aislamiento, pero después Inglaterra, España, Francia y modernamente Estados Unidos de Norteamérica, tradicionalmente llamadas las grandes potencias, han tenido control directo e indirecto de la política y la economía nuestra y nos han mantenido como semi-esclavos proveedores de oro, azúcar, cacao, café y otros productos agrícolas o de minería, dándonos a cambio pobreza, ignorancia, dictaduras y corrupción per secula seculorum.
Al habitar una isla, hemos estado subordinados a lo que lleven o traigan los barcos, aunque modernamente también, en menor proporción, a lo que lleven o traigan los aviones.
Más específicamente, dependemos de los dueños de esos barcos y esos aviones.
Como soñar no cuesta nada, decidí explorar las posibilidades de alcanzar una verdadera soberanía convirtiéndonos en país productor de petróleo. Revisé abundante información y encontré el pleito de Argentina e Inglaterra por las exploraciones marinas alrededor de Las Malvinas, pero no apareció ninguna isla petrolera y algunos datos científicos descartan que una isla o su economía puedan asumir la exploración y explotación de petróleo.
El mundo se hace más dependiente del petróleo. Nuestros diabólicos apagones continuarán. Sin embargo el gas natural que, cuando se obtiene a partir de basura, se llama biogás parece ser una luz al final del laberinto y es aquí donde las aves de mi fantasía vuelan por ciudades y campos visualizando toneladas de basura quebrando el equilibrio ecológico y analizando que su recogida y procesamiento es más factible que explorar o explotar petróleo y puedo decir que descubrí el helado en palito afirmando que nos sobra la materia prima.