Con el propósito de motivar y convencer a más de seis millones de dominicanos, inscritos en el padrón electoral actual, para que acudan el próximo 16 de mayo a los centros de votación a elegir las personas que gestionarán los diferentes poderes e instituciones que conforman el Estado dominicano, se inició de manera formal la batalla entre las principales organizaciones políticas. La batalla por conquistar a nuevos y viejos votantes, tendrá como eje central el decir y hacer cosas que creen y mantengan percepciones positivas. Ahora, al igual que en experiencias similares anteriores, los estrategas del marketing político diseñarán e implementarán costosas, creativas y diversas estrategias con el único objetivo de lograr que las organizaciones políticas a las que venden sus talentos logren alcanzar o mantenerse en el poder. La batalla persuasiva, con la cual se pretende entusiasmar y captar a la mayor cantidad posible de nuevos y viejos votantes, será dura, larga y asimétrica.

Las acciones de marketing político serán tantas y variadas que anestesiarán las mentes de una buena parte de los votantes, pretendiendo con ello crear realidades que solo existen en las percepciones de los más ilusos. La batalla comunicacional buscará bloquear el cerebro de las audiencias para que no analicen y cuestionen realidades diversas que se ven, se siente y se huelen. En definitiva, lo que viene es un uso despiadado y sin límites éticos del marketing para inducir percepciones que sumen votos.

La batalla por crear, mantener y cambiar favorablemente la percepción de los votantes, comprenderá diferentes formatos para difundir el mensaje político que se desea enviar a los inscritos en el padrón electoral. Por ejemplo habrá discursos elaborados a partir de viejas promesas, mensajes publicitarios cargados de emociones que recibirán varias veces al día los votantes a través de los medios masivos.