BBW Shell y su intento por limpiar su sucio pasado en Nigeria

BBW Shell y su intento por limpiar su sucio pasado en Nigeria

(FILES) A Shell fuel tanker is pictured inside the Grangemouth Oil Refinery in Grangemouth, central Scotland on April 25, 2008. Anglo-Dutch energy giant Royal Dutch Shell said Tuesday April 29, 2008, that first-quarter net profits leapt 25 percent to 9.08 billion dollars (5.83 billion euros) because of record-breaking crude oil prices. Net earnings on a current cost of supply (CCS) basis, excluding fluctuations in the value of inventories, were up 12 percent to 7.78 billion dollars in the three months ending March 31, compared with the same period of 2007. AFP PHOTO/PAUL ELLIS/FILES

Las operaciones del gigante angloholandés han sido fuente de conflicto desde la década de 1950, cuando perforó el primer pozo comercial. Ello marcó el inicio de una era de derrames que han devastado las comunidades agrícolas y pesqueras, exacerbando la corrupción y el enojo entre las tribus en el delta, una región poco más grande que Jalisco y con unos 30 millones de habitantes.
Ahora, Shell trabaja para reducir en Nigeria sus operaciones en tierra y sacudirse cualquier vínculo con la degradación ambiental y la violencia. Las ventas de petróleo representaron más de la mitad de los ingresos federales captados por el gobierno nigeriano el año pasado, y Shell representó el 7 por ciento de ello.
La gente considera que la petrolera es casi tan poderosa como el Gobierno y cree que debe resolver más problemas de los que en verdad puede, además de que muchos se sienten con derecho a recibir algo. Un empleado de Shell contó que rechazó ocho peticiones de pagos adicionales e ilegales en un solo trayecto al aeropuerto. Incluso la ONG anticorrupción Global Witness y otros críticos de Shell reconocen que las facciones en pugna dentro del Gobierno y los burócratas depredadores hacen que sea prácticamente imposible satisfacer todas las demandas.

Ante los problemas, el CEO Ben van Beurden quiere cambiar el enfoque y alejarse de la explotación tierra adentro. En Nigeria, Shell está centrando su atención en los yacimientos marinos en el Golfo de Guinea, lejos de los lugareños que han demostrado ser problemáticos. También lidera el giro global de las grandes compañías petroleras hacia combustibles más limpios, una exigencia planteada por un creciente coro de accionistas como Legal & General Group Plc, uno de los más grandes de Shell. “Somos más que una mera compañía de exploración y producción”, dijo Van Beurden.
Agregó que Shell ahora gana más vendiendo energía renovable y gas natural (que tiene una huella de carbono más pequeña que el petróleo) que vendiendo crudo. Van Beurden está apostando el futuro a la capacidad de Shell para completar esa transición. Un elemento fundamental de ese esfuerzo es explotar las enormes reservas de gas natural de Nigeria, lo que requiere al menos cierto apoyo de los lugareños con los que Shell ha estado enfrentada durante generaciones. Van Beurden vuela cada dos meses para tratar de avanzar las cosas, solo para ser confrontado casi en cada paso por el pasado problemático de su compañía y su relación con un Gobierno temido por su beligerancia y marcado por su corrupción.
Shell, por ejemplo, había encontrado un comprador para los últimos derechos de exploración en tierra que posee en la parte más conflictiva del delta. Hace una década había iniciado allí trabajos de limpieza para reparar un par de rupturas en el oleoducto próximo a la aldea de Bodo, ganándose algo de simpatía con la comunidad. Pero el potencial comprador, un nigeriano, no pudo obtener el financiamiento de los bancos de Londres que cuestionaron la inversión por preocupaciones en torno a la debida diligencia, según personas familiarizadas con el asunto. “Cuando lidias con nigerianos corruptos, terminas envuelto en algún momento”, dice Abel Agbulu, sacerdote católico e intermediario en la disputa de Bodo.
Y efectivamente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos descubrió en 2010 que Shell pagó dos millones de dólares en sobornos para facilitar los envíos a través de las aduanas de Nigeria, pero no quiso sancionarla porque creyó que Shell estaba reforzando las salvaguardias anticorrupción. Los fiscales italianos alegan que un año después de ese arreglo con Estados Unidos, Shell y Eni SpA, su socio en Nigeria, pagaron más de mil millones de dólares para obtener licitaciones offshore, dinero destinado en su mayoría a sobornos.
La compañía lo niega, pero en un juicio en curso dos intermediarios involucrados en el cohecho fueron declarados culpables en septiembre. Los accionistas de Shell siguen de cerca el caso en Italia, donde Eni tiene su sede. Si los problemas de Shell siguen escalando, los inversionistas enfrentarán decisiones muy difíciles, opina Iain Pyle, de Aberdeen Standard Investments, una gestora de activos en Londres. “Si estás operando de una manera que involucra sobornos, entonces debería haber multas económicas y eso tiene un impacto en nuestros activos en cartera”, asegura Pyle. “Es todo un riesgo”.
El director de Shell en Nigeria, Osagie Okunbor, comentó que la compañía despide a un número indeterminado de trabajadores cada año por conducta antiética.

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