Los responsables de política monetaria del Banco Central Europeo acordaron en la reunión del mes pasado que no podían permitirse el lujo de parecer complacientes ante una segunda ola de infecciones por coronavirus, optando en cambio por prometer más estímulos para apoyar la economía, según las minutas del encuentro.
El BCE recibió críticas durante la primera ola de la pandemia en marzo por parte de los inversores, que consideraron que las primeras actuaciones contra la crisis del organismo presidido por Christine Lagarde fueron demasiado tímidas para frenar el derrumbe acelerado del mercado.
Sus responsables parecieron haber aprendido la lección en su reunión del 29 de octubre, al encontrarse cada vez más preocupados por una doble recesión que podría infligir un daño permanente a la economía del bloque.
“Cualquier signo de complacencia -incluso involuntario- podría ser perjudicial en las circunstancias actuales”, dijeron los responsables de política monetaria del BCE, según fuentes. “Han surgido claros riesgos para el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre”.
Las autoridades monetarias de la zona euro acordaron revelar un nuevo paquete de estímulos en diciembre, que consistirá principalmente en la compra de bonos y préstamos subvencionados para los bancos, dejando pendientes los detalles.
Pero las actas de la reunión del 29 de octubre mostraron una confianza cada vez menor en que el estímulo vaya a ayudar al bloque a capear más de un año de restricciones relacionadas con la pandemia sin sufrir cicatrices más permanentes que podrían pesar sobre el crecimiento a largo plazo.
“Sería importante considerar la posibilidad de que la pandemia pudiera tener efectos más duraderos tanto en el lado de la demanda como en el de la oferta, reduciendo el potencial crecimiento”, dijo el BCE.
El jefe económico del BCE, Philip Lane, también advirtió que la inflación, que lleva meses en territorio negativo, seguirá siendo negativa en 2021, más tiempo del que el BCE esperaba anteriormente en su escenario de referencia.