Un equipo científico ha identificado una señal específica que los niños pequeños e incluso bebés utilizan para determinar si dos personas tienen una relación sólida y una obligación mutua de ayudarse- si se besan, comparten comida o tienen interacciones que implican compartir saliva.
Según un estudio publicado en Science, los más pequeños esperan que las personas que comparten saliva acudan a ayudarse mutuamente cuando una de ellas está en apuros, mucho más que si comparten juguetes o interactúan de otras formas que no implican el intercambio de este fluido.
Aprender desde el principio a desenvolverse en las relaciones sociales es una habilidad fundamental para sobrevivir en las sociedades humanas, y para los bebés y los niños pequeños eso significa aprender con quién pueden contar para cuidar de ellos.
Los responsables del trabajo son neurocientíficos del MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.), y para llegar a sus conclusiones observaron a niños de 16,5 a 18,5 meses y a bebés de 8,5 a 10 meses mientras contemplaban las interacciones entre humanos y marionetas.
Los investigadores hicieron una primera fase de los estudios en el laboratorio y otra de manera virtual, por la pandemia de la covid-19.
En la primera serie de experimentos, una marioneta compartió una naranja con un actor y luego lanzó una pelota de un lado a otro con otro actor; los niños observaron estas interacciones iniciales.
Resultados en las pruebas
Después, los investigadores se fijaron en las reacciones de los menores cuando el títere mostraba angustia mientras estaba sentado entre los dos actores, y constataron que los niños eran más propensos a mirar hacia el actor que había compartido la comida con la marioneta y no hacia el que había jugado con la pelota.
En una segunda serie de experimentos, diseñados para centrarse más específicamente en la saliva, el actor colocaba su dedo en la boca y luego en la boca de la marioneta, o se ponía el dedo en la frente y luego en la frente del títere.
Más tarde, cuando el actor expresaba su angustia mientras estaba entre las dos marionetas, los niños que veían el vídeo eran más propensos a mirar hacia la marioneta con la que había compartido la saliva.
“Los bebés no saben de antemano qué relaciones son las más estrechas y moralmente obligatorias, así que tienen que tener alguna forma de aprenderlo observando lo que ocurre a su alrededor”, apunta Rebecca Saxe, del MIT y autora principal del nuevo estudio.
Los resultados sugieren que compartir la saliva es probablemente una señal importante que ayuda a los bebés a aprender sobre sus propias relaciones sociales y la de las personas que les rodean, concluyen los autores, también de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y de Harvard (Estados Unidos).