Bellaquerías

Bellaquerías

El Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) ha estado descapitalizadom y ha debido hacer malabares para poder cubrir obligaciones salariales y de otras índoles.

Sería lógico pensar que estas dificultades financieras son consustanciales a la crisis financiera que afecta al país en términos generales, agravadas en el caso del IDSS por el proceso de «desafiliación» puesta en marcha desde que entró en vigencia el Sistema Nacional de Seguridad Social. Sin embargo, las cosas no paran ahí, pues hay un componente que solo puede ser entendido si se lo considera parte de nuestro folklor político.

Desde mayo pasado -mes de las elecciones presidenciales perdidas por el reeleccionismo, recordémoslo bien- una parte del sector empresarial dejó de transferir al IDSS las cotizaciones propias y de sus trabajadores. Se estima que desde entonces a la fecha se dejó de entregar cotizaciones por más de RD$500 millones.

Desde luego, sería injusto culpar exclusivamente al sector empresarial por no haber transferido esos fondos porque, en honor a la verdad, ocurrió que del lado del IDSS nadie se preocupó más por valerse de los medios que acuerda la ley para garantizar que esas cotizaciones fluyeran, como debió ser. Este abandono del deber formó pare de la desidia que caracterizó el ejercicio gubernamental desde que fue dada a conocer la voluntad popular expresada a través del voto.

El resultado de esa bellaquería ha sido la degradación de los servicios de salud del Seguro Social, en perrjuicio de los trabajadores.

Hay que recordar que el IDSS maneja una proporción importante de los beneficiarios de la Seguridad Social. Los trabajadores con salarios por debajo de RD$4 mil mensuales siguen afiliados al Seguro Social y es a través de sus centros asistenciales que reciben atención en salud.

Cuando las empresas en que laboran esos trabajadores dejan de transferir al IDSS sus cotizaciones, se les perjudica de manera sensible en sus derechos, perjuicio del que se debe hacer responsables a las autoridades que no se ocuparon de exigir la transferencia de unos RD$500 millones desde mayo a esta parte.

Oro negro

El precio del barril de petróleo ha sobrepasado varias de las barreras sicológicas establecidas por los mercados para medir el impacto de las alzas en el comportamiento de las economías.

La República Dominicana, que desdichadamente no ha descubierto petróleo en su territorio, al menos por el momento, está atada a los sobresaltos que la superación de esas barreras suelen producir. Somos importadores petroleros con las desventajas que ello determina para los países de economías débiles y profundamente endeudados.

Nadie sabe por el momento cuándo se detendrá la racha de alzas. Es más, debemos preocuparnos porque la vocación, según lo expresado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es propiciar que continúen los aumentos.

Para un país como el nuestro sería insostenible mantener el patrón de consumo de combustibles que hemos llevado hasta ahora. Más nos vale que empecemos a economizar combustibles y energía porque, según todos los indicios, el festín de alzas habrá de continuar.

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