Aplicarse un autobronceador es mucho más fácil de lo que parece. Los puedes encontrar en crema, “spray”, en emulsión, toallitas húmedas, con textura “mousse” o con aplicador de pistola.
Lo primero que hay que hacer es diferenciar entre los autobronceadores inmediatos, que son los que revelan el tono bronceado en un par de horas tras su aplicación, y los progresivos, cremas hidratantes que poco a poco van coloreando nuestra piel.
De los inmediatos, los hay con color que nos ayuda a saber por dónde ya lo hemos aplicado, pero debes saber que este tono se va con la ducha.
En el rostro, cuello y escote. La clave está en no tener prisas. Lo primero, una exfoliación, para eliminar las células muertas y dejar así que el tono sea totalmente uniforme en la piel. Una vez seca e hidratada la piel, sin restos de crema aun por absorber, comienza por la zona de la frente, dando un ligero masaje y bajando despacio por los pómulos, nariz, barbilla, cuello, finalizando en el escote.
Difumínalo en la zona alrededor de los ojos, en las entradas del cabello y cerca de las orejas, y ten cuidado de que no se acumule producto en las aletas de la nariz.
Para el resto del cuerpo. De nuevo, aquí conviene hacer una exfoliación previa en la piel, incidiendo más en las zonas rugosas, como codos y rodillas, para que no adquieran una tonalidad diferente.
Luego toca la hidratación, volviendo a incidir más en las zonas rugosas, que al estar secas, pueden absorber más cantidad del producto que el resto del cuerpo.
No lo apliques en los dedos ni en la planta de pies y manos. Para que el efecto sea natural, aplica un poco un poco en el dorso de las manos, para que el bronceado no empiece en la muñeca.

La cáscara de naranja protege la piel

La cáscara de la naranja funciona principalmente como  antioxidante y es una aliada a la protección de nuestra piel.   Esto se traduce en una eliminación muy eficaz de los radicales libres de la dermis, que evita que las células se deterioren antes y permite  mantener una piel más radiante, fresca y saludable.

Crema para tener manos de seda

Si tienes las  manos estropeadas, mezcla en una crema nutritiva unas gotas de limón, azúcar y un poco de aceite de oliva. Extiende la crema masajeando las manos y, cuando se haya absorbido, ponte unos guantes de algodón y déjatelos toda la noche. Repítelo durante una semana y tendrás las manos más suaves.