POR LAURA CAMINERO
Está muy claro que los olores no aceleran el metabolismo por arte de magia ni queman grasa, por supuesto que no; sin embargo puede reducir el apetito.

La razón es en parte psicológica, ya que se ha determinado que el olor de la comida puede engañar al cerebro y hacernos pensar que ya estamos satisfechos. Es por esto que cuando el cerebro envía esta señal de saciedad, comemos menos y como consecuencia bajamos de peso. El olor a vainilla, por ejemplo, reduce el antojo de chocolates.

Alan Hirsh, neurólogo de Chicago, publicó un estudio según el cual unas personas con sobrepeso lograron comer menos y bajar de peso oliendo aromas de manzana, menta o plátano, antes de cada comida y cuando tenían antojos.

Podemos hacer la prueba en nuestra casa olfateando la comida antes de consumirla. Los expertos afirman que es posible comer menos satisfaciendo los sentidos del olfato y el gusto, aunque no nos sintamos completamente saciados todavía. Otra prueba que también podemos hacer es que para que el aroma de la comida llegue con gran intensidad a nuestro cerebro, es consumir la comida caliente masticando despacio cada bocado.

Una buena noticia para quienes no pueden lidiar con la tentación de comer chocolates, es que en Inglaterra se hizo una prueba con un parche con olor a vainilla que podría reducir el antojo de dulces, reforzando la fuerza de voluntad de los participantes en este estudio.

Finalmente y si aun continúa incrédulo, hay un olor que de seguro lo convencerá. Es el del sudor que expulsa su cuerpo al hacer ejercicios con regularidad para quemar calorías.

 Adelante!!!